Política

De la horrible dictadura de Pinochet al estallido social de 2019: historia detallada de la nueva constitución chilena

Chile vive una jornada democrática histórica con el plebiscito de salida sobre la nueva y disruptiva constitución nacional que supone el fin del orden neoliberal inaugurado por el exdictador Augusto Pinochet.

Más allá del resultado, la alta participación de la ciudadanía refleja la necesidad de cambio, un proceso marcado por más de una década de movilizaciones para exigir modificaciones estructurales y derechos sociales, con demandas puntuales de la ciudadanía, como medioambientales, regionalistas o feministas.

Su pico máximo fue el estallido social de 2019, a partir de un acto de rebeldía estudiantil que desencadenó las manifestaciones más grandes en la historia de Chile en contra del orden pinochetista y legitimó la apertura de un nuevo proceso constituyente.

“El estallido social sacudió las estructuras hasta lo más profundo y desembocó en el proyecto de cambiar la constitución, algo que un año antes era impensado, incluso a pesar de los intentos de Michelle Bachelet. Es un documento político que cambia el modelo de sociedad”, explicó Valeria Palanza, doctora en Ciencia Política y asesora de la convención constituyente chilena, en un encuentro organizado por el Centro de investigación para la Calidad Democrática (Cicad).


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El ocaso del orden creado por Pinochet

El orden pinochetista enmarcado en la constitución de 1980 (reformada varias veces pero vigente hasta la actualidad) era claro: el mercado sería el rector de las relaciones sociales. La salud, la educación, las pensiones, todo quedaba en manos privadas, mientras que prácticamente no existían regulaciones en materia económica o ambiental. Las élites, por su parte, tenían resguardado sus derechos. Especialmente aquellas que obtuvieron la concesión de los derechos del agua de manera perpetua.

Sin embargo, en la base de la pirámide social quedaron excluidos millones de ciudadanos, un caldo de cultivo que explotó en 2019 cuando los estudiantes chilenos, endeudados hasta la médula, encendieron la mecha que derivó en la constituyente y la idea de un "estado social de derechos" que incluya a toda la ciudadanía.

El estallido social de 2019, el símbolo del fin de época

Un acto de rebeldía en contra del alza del precio del subte en 30 pesos chilenos (unos tres centavos de dólar) detonaron el descontento popular en Chile. Las intensas jornadas de protestas motivaron al entonces presidente Sebastián Piñera a decretar la emergencia nacional y el toque de queda, en medio de la represión policial que causó 34 muertos, más de 2 mil heridos y decenas de detenidos.

El “estallido social” de Chile estuvo lejos de ser un eufemismo: en medio del caos, el 10 de noviembre de 2019 Piñera ratificó el comienzo de un proceso constituyente que reemplazara a la carta magna pinochetista. El proceso culminó con un acuerdo social que habilitó el plebiscito de entrada del 2020, el primero desde el advenimiento de la democracia (1990).

En plena pandemia de coronavirus, 7.542.952 personas acudieron a las urnas. La necesidad de cambio fue contundente: un 78,28% se manifestó a favor de una nueva carta magna que reemplazara la de 1980.

Además, en la consulta popular los chilenos debían elegir qué tipo de órgano sería el encargado de redactarla. Con más de 79% de los votos se impuso la opción de convención constitucional mixta: la mitad de los representantes serían votados por la ciudadanía y la otra mitad por miembros del Congreso.

"La convención, joven y diversa, fue el cuerpo más representativo de la sociedad chilena en la historia", detalló Palanza sobre la convención constituyente chilena, que comenzó a trabajar el 4 de julio de 2021 y se convirtió en la primera en el mundo en haber garantizado la paridad de género.

"Apruebo” versus “Rechazo"

"La propuesta chilena, que incluye la presencia de mujeres y pueblos indígenas, deja la vara alta para cualquier proceso constitucional. Esto es muy relevante, mas allá del resultado del plebiscito. Un 80% de los constitucionalistas de varios países, de especialistas, valora la propuesta que tiene derechos y mecanismos de una constitución del siglo XXI. El impacto simbólico va a ser muy fuerte, quedará como un estándar de democracia", opinó la profesora de la Universidad Católica de Chile y asesora de la convención, Julieta Suárez Cao.

En la recta final del plebiscito, partidarios y detractores de la propuesta de la nueva constitución en Chile intensificaron la campaña en la que abundaron las noticias falsas, especialmente en torno a temas que dividen a los chilenos, como el aborto o los derechos de los pueblos originarios. Mas allá de las divisiones y del resultado final, existe un consenso generalizado de que el orden pinochetista ya es parte de la historia.