CABA

Billetera ilusiona abuelitos: Larreta le habría prometido a Pichetto la Vice, la AFI e Interior

La caja permite comprar mucho en política. La caja enamora y dignifica. La caja es afrodisíaca y excitante. La caja es casi todo. La caja la tiene Horacio. Si, el hombre calvo que lleva en su conciencia una de las mayores tragedias individuales de la vida civil argentina, por el enorme valor de lo perdido (la oscura e impiadosa muerte de René Favaloro), es el dueño de la caja política más grande y motivadora de la campaña electoral 2023.

Horacio Antonio Rodríguez Larreta Leloir Díaz Alberdi (así el nombre completísimo de un verdadero patricio porteño, heredero de doble apellido paterno y materno), maneja la abultada caja que otorga ríos de dinero (blanco y negro), suficiente para inundar cualquier cerebro amarillo con dudas. Los halcones son caros y ariscos, pero no hay bicho que el rey sin pelos del palomar dorado no pueda comprar.

Desde las vidriadísimas “oficinas pecera” de la calle Uspallata al 3150, en el modernoso edificio de 38 mil metros cuadrados que delimitan además de la nombrada, las calles Los Patos, Atuel e Iguazú, se veía el sol iluminando todavía el atardecer del barrio de Parque Patricios. En el tercer piso, una reunión que olía a billetes recién impresos, salpicó la modorra de los pocos empleados que todavía transitaban los pasillos.

Detrás de las luminosas y transparentes paredes de vidrio grueso, podían verse las figuras del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, sentado a una mesa de reuniones y flanqueado por el auditor general de la Nación, Miguel Ángel Pichetto, junto a sus más estrechos colaboradores políticos (los esbirros (1) de ambos). Varios pocillos de café y la misma cantidad de vasos con agua, completaban la escena minimalista. (1) Persona que, a cambio de dinero, realiza las acciones que se le ordenan.

Lo que allí se habló durante una hora y media, no trascendió a los medios de comunicación ni a las redes sociales, hasta esta nota. En esa larga y fructífera charla, se cerró la garrochada amarilla del mes de mayo: El pase de Picheto y su espacio pseudo peronista desde el “bullrichismo” al “larretismo”. El hombre que llegó al PRO desde el más puro kirchnerismo de la mano suave e inspiradora de Mauricio Macri, ahora anida en el palomar de su peor enemigo interno.

La pesada y asquerosa mosca que tuvo la suerte de sobrevolar aquella mesa embilletada, alcanzó a escuchar que se tejieron varios y jugosos acuerdos; y promesas electorales. Pero sin dudas lo más importante sería un pacto inicial por la candidatura a vicepresidente en la fórmula con Horacio Rodríguez Larreta, para el mismísimo Miguel Ángel Pichetto, hombre con menos votos que un concejal de Puan

Si, así como lo leés: por segunda elección consecutiva, el septuagenario abogado rionegrino nacido en Banfield, que estudió en La Plata y que soportan desde hace medio siglo los porteños y las arcas del Estado, volverá a ser el segundo de una fórmula amarilla. En 2019, a poco de aterrizado en Cambiemos, fue designado prócer y candidato a vicepresidente por el hijo de Franco.

Pero, según la mosca (que no es el bueno de Guillermo Novellis), esa promesa no fue la única: también pidieron, como buenos peronistas, la AFI (ex SIDE), la caja negra más grande del Estado argentino, para ser capitaneada por el otro Ángel (ojo que no hablamos de religión) del espacio, Miguel Toma. Y por último, los abuelitos pejotistas mentirosos y audaces, se llevaron la promesa de ocupar también el ministerio del Interior.

En este juego de truco, el pelado está mintiendo demasiado y sin piedad; y ya le vieron las cartas. Cuando se le junten los deudos a la salida de la Junta Electoral, el escándalo puede llegar a opacar a Wanda Nara”, aseguró nuestra mosca amiga, que se quedó en un rincón de la pecera esperando que se vayan los “viejitos peronillos”, para escuchar las conclusiones post conclavecito, de un Horacio millonario y dominante. Pero eso te lo contamos en otra nota…