Política

Un curro de 307 millones del k-BERNI-cola: mientras la inseguridad mata inocentes, él les vende uniformes a los cadetes

Podríamos empezar esta nota tirando cifras sobre la inseguridad en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, ninguna sería exacta ya que las estadísticas en la Argentina no se llevan bien con la verdad, y muchísimo menos en materia de delitos en PBA. La maldita policía bonaerense, a la que ningún conductor político ha podido exorcizar desde la llegada de la democracia hace cuatro décadas, ha perfeccionado hasta niveles que generan admiración absoluta, el satánico arte de esconder los delitos debajo de la mugrienta alfombra del horror.

Lo cierto es que en la enorme PBA, pero muy especialmente en el magnánimo Conurbano de 12 millones de habitantes, se vende 100 veces más droga que en Rosario, muere mucha más gente por delitos que en cualquier otra parte del país, tiene la mayor tasa nacional de femicidios, de homicidios y de robos. Los motochorros suelen ser, en la mayoría de los casos, socios de policías; y otras miles de irregularidades alarmantes.

El territorio provincial más grande y poblado del país está siendo arrasado por la inseguridad y los intendentes piden con desesperación un mayor manejo de la policía, porque para ellos la inseguridad no es un negocio, sino su tumba política. Pero para el ministro de Seguridad, Sergio Alejandro Berni, así como para su subalterno Daniel Alberto García, el jefe de la Policía bonaerense, no parece un buen negocio que los municipios les arrebaten ese poder.

La diferencia es bien clara: a los intendentes la inseguridad les estalla en la cara varias veces al día y a pesar que gastan fortunas en arreglar patrulleros, pagar combustible, asistir a los uniformados, y muchas otras tareas que no les corresponden, no logran un manejo real de las fuerzas apostadas en sus municipios. Eso lo manejan Berni con García desde La Plata; y para ellos, la inseguridad sí parece ser un gran negocio. Y como para muestra basta un botón, a continuación botonearemos un currito de 307 palos.

 

El curro de los uniformes

La Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI) es un grupo especial de la Policía bonaerense, diseñado para trabajos muy específicos y de dificultades mayores que las habituales para un policía de calle. Sin embargo, llamó mucho la atención entre los que miran lo que ocurre en la fuerza, lo que ocurre cuando emergen cada año unos 5.500 cadetes y deben ser afectados a sus primeras tareas policiales, para que se vayan metiendo en ritmo de trabajo.

En ese sentido, cualquier analista de la realidad, sin necesidad de ser especialista ni muy vivo, se daría cuenta que los primeros pasos de los policías recién egresados deberían darse recorriendo las calles junto a policías ya formados, para formarse ellos y para aumentar la presencia policial en el territorio basto y hostil de una provincia lacerada por el delito. Sin embargo, para sorpresa de todos, la jefatura de la fuerza los obliga a pasar primero por la UTOI. Es como si a un médico recién recibido, sin hacer su especialización de tres años, se lo mande a operar a un paciente crítico.

Ante semejante desatino, quisimos averiguar los motivos de esa errática decisión. Buscando una explicación inteligente y satisfactoria que nos haga meter los malos pensamientos en el bolsillo, pero cumpliendo con la premisa periodística fundamental que es la de dudar e investigar para entender, nos topamos con una verdad indignante. “A los pibes que egresan les dan como primer destino la UTOI porque así les venden el uniforme y sus complementos obligatorios, a precios exorbitantes. Pescan en la pecera”, aseguró una fuente con gorra que odia la corrupción.

“Al parecer, el ministro de Seguridad Sergio Berni y el jefe de Policía, Daniel García, habrían armado una empresa testaferreada que vende esos uniformes con exclusividad dentro de la fuerza y nadie se atreve a objetarlo. Entonces, obligan a los pibes a sumarse a la UTOI, donde deben comprarse el uniforme y sus complementos, mientras los intendentes esperan desesperados que esos nóveles policías se sumen a los patrullajes callejeros para ayudar a combatir rápidamente la inseguridad. Para que te quede claro, si van a la UTOI, no van a los municipios a caminar”, señaló indignado nuestra fuente informativa que pide de rodillas no ser botoneado.

 

¿De qué montos estamos hablando?

Cada año egresan unos cinco mil quinientos cadetes de policía en PBA. Si cada uno de ellos compra todos los elementos que les vende la empresa “Proveeduría Güemes Argentina”, a la que muy gentilmente las autoridades de la Escuela de Policía Juan Vucetich invitan a promocionar y vender dentro de las aulas sus productos con exclusividad, podríamos hablar de unos 307 millones que aportarían los chicos que egresan para empezar su carrera policial y no las arcas oficiales del ministerio que conduce Berni.

Nuestra fuente fue contundente al aclarar el panorama: "En otras palabras, parece que al ministro karateka, médico, abogado, militar, bocón, apretador y Rambo, no le alcanzaría con la poda habitual del principal presupuesto ministerial de libre disponibilidad encubierta, ni con la montaña de lechuga que sube de los jefes de calle. También puso este kiosco rentable y con aportes provenientes de privados".

“La mayoría de los cadetes son muy humildes y no tienen 55 mil pesos para gastar en el uniforme y sus derivados, sobre todo si tomamos en cuenta que aún no empezaron a trabajar y por lo tanto a cobrar sus sueldo. Entonces, sacan créditos a tasas usurarias, también dentro del Sistema Poli, para satisfacer la voracidad berniana”, concluyó nuestra fuente uniformada e informada.

 

El ayuda memoria

Sergio Alejandro Berni es médico, militar, abogado, karateca y político. Se desempeña como ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires desde el 11 de diciembre de 2019. Nació el sábado 3 de febrero de 1962 (tiene actualmente 61 años), en la ciudad de  Capilla del Señor, Partido de Exaltación de la Cruz. Está casado con la diputada nacional Agustina Propato y es padre de Juan Berni. Ocupa el cargo de ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires desde el 11 de diciembre de 2019.

 

Daniel Alberto García, actual jefe de la Policía bonaerense. Tiene 56 años, es de Los Hornos, en el Partido de La Plata, y antes de ocupar el cargo mayo en la estructura uniformada de PBA, se desempeñaba como subjefe de la institución. Asumió el 13 de diciembre de 2019. Hasta mayo de ese año, estaba a cargo de la Superintendencia de Seguridad del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) Oeste. Antes, cumplió funciones en la Jefatura Departamental La Matanza. Estuvo tres meses como interino, hasta que en marzo de 2020 fue designado oficialmente a cargo de la fuerza de seguridad más grande del país, a cargo de unos 90 mil policías.

 

La U.T.O.I. fue creada mediante la Resolución N° 791, publicada en el Boletín Informativo N° 19 del 24 de marzo de 2017. Entre sus funciones principales se destacan: implementar y coordinar el desarrollo de las actividades operativas dispuestas por la superioridad, en apoyo de las Policías de la provincia de Buenos Aires; supervisar el cumplimiento de los operativos llevados a cabo con móviles y/o motocicletas identificables, a fin de prevenir y/o disuadir actitudes o hechos delictuales que atenten contra la seguridad pública; llevar un registro de los servicios de seguridad establecidos y poner en conocimiento inmediato de la superioridad, de cualquier novedad de relevancia, que por su magnitud o trascendencia lo amerite.

Esta Unidad cuenta con policías especialmente seleccionados y entrenados para que actúen como grupo de acción rápida ante situaciones de crisis. Es una unidad multipropósito que funciona de manera aleatoria y cuyos integrantes fueron formados con armas especiales, tácticas de grupo Halcón y estrategias de Infantería y la Policía Motorizada, G.A.D., entre otros. Sus integrantes recibieron, además de la formación profesional regular, otros cinco meses de preparación complementaria. Este cuerpo está abocado a dar respuesta rápida en tareas de acción y no de prevención y podrán actuar ante una emergencia delictiva como ante una catástrofe o una emergencia climática.