Los empresarios de la UIA Joven fueron desplazados en una jugada que reconfigura el poder interno de la Unión Industrial Argentina (UIA) y pone en jaque el recambio generacional que buscaban los jóvenes industriales. La polémica desató tensiones al punto de que los desplazados ahora evalúan formar una agrupación paralela, marcando una nueva grieta en la cúpula empresarial.
El detonante del conflicto fue la intervención directa de sectores tradicionales vinculados a Techint. Fuentes aseguran que figuras como Martín Rappallini, Rappalini y Gentile (Techint) y Nogues (Ledesma) maniobraron para desarticular la representación joven, acusándola de "confusión en su rol". Este grupo, que aglutinaba a jóvenes dueños de empresas, quedó excluido del proceso electoral cuando el comité ejecutivo transformó la comisión en un departamento, bloqueando la posibilidad de elecciones.
Incluso Marysol Rodríguez, de Sinteplast, fue reemplazada por María Furtado, cercana a Daniel Funes de Rioja, el saliente titular de la UIA. Este movimiento, calificado por algunos como una violación al estatuto, terminó de sellar el desplazamiento del grupo juvenil.
La UIA Joven había ganado relevancia en los últimos años al empujar una agenda más crítica y moderna, incluso cuestionando la cercanía de la UIA con el gobierno de turno. “Ganó la casta”, resumieron con desilusión algunos de los empresarios desplazados.
El conflicto llega en un momento delicado para la UIA. La relación con el gobierno está fracturada: Sergio Massa canceló su participación en la última conferencia anual, y Javier Milei, inicialmente invitado, también se ausentó. Mientras tanto, la industria enfrenta una de las peores caídas de la década, y sectores más jóvenes consideran que es tiempo de adoptar posturas más críticas hacia el Ejecutivo.
En el centro de la disputa aparece el peso del ala de Techint, liderada por Paolo Rocca. Fuentes aseguran que su influencia resultó clave para frenar cualquier atisbo de recambio generacional. Los desplazados denuncian que la movida no solo responde a intereses corporativos, sino que busca mantener el statu quo y evitar cambios en el estilo de liderazgo de la UIA.
Lejos de resignarse, los jóvenes desplazados analizan formar una agrupación paralela que represente sus intereses fuera del marco institucional de la UIA. Aunque desde el comité ejecutivo aseguran que la UIA Joven seguirá existiendo, su transformación en un departamento podría limitar sus posibilidades de incidencia real en las decisiones clave.
Con las tensiones al máximo, el desenlace de este conflicto marcará un antes y un después en la historia reciente de la UIA. ¿Podrán los jóvenes industriales consolidar una alternativa frente a los históricos, o se resignarán a perder protagonismo?