En 2024, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador registró un gasto público sin precedentes: 9.5 billones de pesos. A pesar del discurso de austeridad, el desembolso superó en un 4% al último año de Peña Nieto, según un informe de México Evalúa.
El dato sorprende porque contradice la promesa de reducir el gasto superfluo y dirigir los fondos a las necesidades de la gente. Si el presupuesto se amplió, ¿dónde está el dinero?
El incremento del gasto público representó el 3% del PIB, pero los servicios esenciales siguen en crisis:
Hospitales sin medicinas, obligando a los pacientes a comprar sus propios insumos.
Edificios gubernamentales deteriorados, sin recursos básicos como papel o mantenimiento.
Carreteras descuidadas, dificultando la movilidad y afectando la economía.
La "austeridad republicana" de AMLO parece un concepto de discurso más que una realidad.
Uno de los mayores reclamos ciudadanos es la seguridad, pero los homicidios y delitos graves no han bajado. El gasto histórico no se tradujo en un refuerzo a las fuerzas del orden. Al contrario, muchas policías municipales fueron desmanteladas, dejando a varias regiones sin protección efectiva.
Mientras tanto, la población sigue expuesta a la violencia, sin una estrategia clara para mejorar la situación.
El gobierno de López Obrador aseguró que el ahorro por la eliminación de gastos "innecesarios" sería redirigido a proyectos prioritarios. Sin embargo, los datos muestran que el gasto sigue creciendo, sin mejoras visibles para la ciudadanía.
La falta de transparencia en el uso de los recursos genera dudas: ¿en qué se está invirtiendo el dinero de los impuestos?
Lejos de un gobierno austero, la administración de AMLO rompió récords de gasto sin resolver los problemas estructurales del país. La pregunta sigue en el aire: ¿cómo se justifica este presupuesto récord si la calidad de vida de los mexicanos no mejora?