La Secretaría de Finanzas concretó este miércoles el regreso de Argentina a los mercados voluntarios de deuda en dólares. Es un hecho clave porque no ocurría desde hacía casi ocho años, cuando el país quedó fuera del crédito internacional por la desconfianza, el desorden económico y la falta de reglas claras.
El Tesoro colocó USD 1.000 millones mediante un nuevo bono en dólares, el Bonar 2029N, bajo legislación local. La demanda superó los USD 1.400 millones y participaron más de 2.600 inversores, un dato que muestra interés real del mercado.

El bono Bonar 2029N paga una tasa del 6,5% anual y devuelve todo el capital en noviembre de 2029. El precio de corte fue de USD 910 por cada USD 1.000 de valor nominal, lo que dejó un rendimiento del 9,26% anual.
En términos simples: Argentina logró financiarse a una tasa más baja que otros bonos similares que ya estaban en circulación. Eso significa que el mercado percibe menos riesgo que antes y valora el cambio de rumbo económico.
Desde el Ministerio de Economía explicaron que esta colocación refleja confianza en algunos datos concretos: superávit fiscal, control del gasto, disciplina monetaria y una mejora clara en la situación del Banco Central. Todo eso empujó a la baja el riesgo país, que había llegado a niveles muy altos en años anteriores.
Para los inversores, el mensaje fue claro: hay un intento serio de ordenar la macroeconomía y cumplir las reglas del juego.
Los USD 1.000 millones obtenidos se destinarán a pagar vencimientos de deuda de corto plazo, en particular de los Bonares 2029 y 2030 que vencen en enero. Esto permite cumplir obligaciones sin usar reservas del Banco Central, uno de los puntos más sensibles del programa económico.
Además, le da aire al Gobierno para seguir reduciendo tensiones financieras y sostener la baja de la inflación.
Volver a los mercados voluntarios no es solo conseguir plata. Es recuperar credibilidad. Durante años, Argentina estuvo cerrada al crédito por defaults, controles y decisiones que espantaron inversiones.
Esta licitación no soluciona todos los problemas, pero marca un punto de partida. Si el camino se mantiene, el objetivo es seguir bajando el riesgo país y, con el tiempo, volver plenamente al financiamiento internacional.