Nota de opinión:
Por Mario Casalongue (Periodista, director de Multimedios NOVA y militante peronista).
Tratando de ser lo menos autorreferencial posible, te cuento a vos, estimado lector, que me afilié al Partido Justicialista (PJ). Primero en Rojas, mi pueblo natal, a los 18 años, y un tiempo después lo hice en La Plata, la ciudad que elegí para vivir, echar raíces y cumplir mis sueños.
Tal es así que a la hora de sufragar (en el 89), mi nombre figuraba en las nóminas electorales de ambas ciudades, y con el advenimiento de la informática y la tecnología quedé empadronado definitivamente para votar en las internas del justicialismo de la "Ciudad de las Diagonales" y capital de la provincia de Buenos Aires.
Nací peronista gracias a las enseñanzas de mi padre, don Glido Rubén Casalongue, quien me explicó las prédicas del General a su manera. No sabía leer ni escribir, mi querido viejito, quien hace unos días cumpliría 100 años. Solo sumar y restar, a motus propio. Autodidacta. Nacido en el campo, no pudo ir a la escuela.
Pero fue feliz. El primer juguete lo recibió de manos del peronismo, me contaba, y todos los momentos alegres de su vida estaban relacionados con el movimiento fundado por el tres veces presidente de los argentinos.
Me lo decía sentados en la vereda de casa, en el barrio Las Medias Lunas de mi hermosa ciudad de Rojas, con un tinto en la mano y los ojos vidriosos, contemplando las estrellas. No me lo olvido más.
Yo era chico. Recuerdo que mi viejo puteaba todo el tiempo contra José López Rega. Mi mamá le decía con miedo: “Habla despacito, mirá si nos vienen a buscar”. Mi padre, albañil de profesión, hacía caso omiso, porque no tenía miedo a nada, ni a nadie.
En ese momento, quien escribe estas líneas ignoraba quién era López Rega, ni tampoco entendía mucho de los uniformados que voltearon al gobierno democrático de María Estela Martínez POR SIEMPRE de Perón.
Festejé el Mundial '78 como todo nene, y me emocioné viendo los partidos en la tele en blanco y negro en lo de mi tío Ernesto Ojeda.
40 años después (o 50, da igual), éste muchacho de barrio que creó un Multimedios (Nova) pero que le huye a las convenciones de gala y se rodea de gente humilde, ve con tristeza que su querido Partido Justicialista sigue conservando las siglas, pero ahora es el Partido de la Joda.
Yo, Mario Casalongue, peronista doctrinario de Juan Domingo Perón y Evita, hasta que la parca me lleve, declaro lo siguiente:
Que el PJ (Partido de la Joda) no me representa y que me siento expulsado del mismo. Nada tengo que ver yo con un señor que se pasea en yates por por playas paradisíacas con prostitutas, mientras el pueblo se muere de hambre y la gente consume agua podrida.
Nada tengo que ver con el "asesinato de niños por nacer" avalado por legisladores supuestamente “peronistas”. El 12 de octubre de 1950, pocos años antes de su muerte, Evita sostuvo ante un grupo de enfermeras que el aborto es “un capricho gorila y burgués: compañeras, cada aborto que ustedes permiten es un servicio a los poderes coloniales que quieren debilitar la revolución, cada hijo del pueblo que no nace es un hombre menos en la defensa de la Patria y de (Juan Domingo) Perón”.
El peronismo nace como un Movimiento Nacional Cristiano, en defensa de la familia como institución. Nada tengo que ver con las feministas, que odian a primera vista al hombre porque quisieran tener pito en vez de vagina, ni con los Movimientos LGTB, financiados por el millonario yanqui George Soros, quien incita a reducir la población.
Nada tengo que ver con el Che Guevara, que mataba a quienes pensaban distinto (los enemigos del peronismo murieron de viejos, el golpista Isaac Rojas es un claro ejemplo) ni con Agustín Tosco, adláteres del comunismo, que inspiró en la Argentina el asesinato del compañero José Ignacio Rucci, hijo dilecto de Perón, en manos de una organización admirada y elogiada por el kirchnerismo.
Nada tengo que ver con los gorilas radicales Leopoldo Moreau, Leandro Santoro, Ricardo Alfonsín, etc, quienes si fueran gobierno no dejarían un compañero vivo o estarían golpeando las puertas de los cuarteles. Y los K no cantan la Marcha Peronista para no incomodarlos y se sientan felices.
Nada tengo que ver con el comunista Carlos Heller, con el socialdemócrata Alberto Fernández, con el liberal de la Ucedé videlista Amado Boudou, con la pseudo izquierdista Cristina Fernández de Kirchner, con los ladrones de La Cámpora y ni con los nostálgicos del terrorismo de los '70 del Movimiento Evita.
Dicho esto, y concluyendo para no aburrir, seguramente me sumaré a Principios y Valores junto al compañero Guillermo Moreno, y me encantaría que los peronistas de verdad (no los montochorros ni lo ladriprogresistas que odian a Perón) nos juntemos con Santiago Cúneo y otros referentes del nacionalismo argentino, para acabar con esta bosta liberal que agobia a las clases populares.
Los saludo con un fuerte abrazo.
Mario Casalongue. Un simple militante peronista...