¿Quiénes se oponen al aumento del 63% y por qué, si los médicos ya aceptaron? Lo que pasó en la asamblea del Garrahan dejó a muchos con más preguntas que respuestas.
Durante la última semana, se vivió un fuerte cruce en el Hospital Garrahan, uno de los centros pediátricos más importantes del país. Mientras el Ministerio de Salud anunciaba un aumento del 63% para residentes y jefes de residencia, los gremios kirchneristas tomaron otra decisión: rechazaron el aumento y anunciaron que continuarán de paro.
Esto llamó la atención porque la mayoría de los profesionales de la salud ya había dado el visto bueno a la mejora salarial y estaba lista para retomar sus tareas. El Gobierno, por su parte, ofreció una suba que llevaría los sueldos de los residentes a $1.300.000, y los de jefes de residencia a $1.500.000. Sin embargo, los gremios se plantaron.
El ministro de Salud, Mario Lugones, fue tajante: “Los recursos de los hospitales deben ir al personal de salud, no a la militancia rentada”. Esta frase generó revuelo en redes, donde también se expresó el presidente Javier Milei, respaldando la medida y la nueva etapa de orden en el sistema de salud.
Según el propio Lugones, este aumento forma parte de una transformación más amplia que busca jerarquizar la profesión médica y cortar con irregularidades históricas dentro del hospital. De hecho, una de las medidas clave fue la implementación de un sistema biométrico de control de asistencia que ya entró en vigencia el 1° de junio. ¿La idea? Detectar ausencias injustificadas y asegurar que el personal cumpla con su función.
Mientras tanto, desde el hospital informaron que se está llevando adelante una auditoría interna para identificar desvíos de fondos. Una parte importante del ahorro que se logre, explicaron, se destinará directamente al personal que sí trabaja, especialmente los médicos residentes.
En paralelo, el Hospital Garrahan emitió un comunicado donde ratifica su compromiso con la calidad médica y el uso eficiente del presupuesto público. Aseguran que esta reorganización permitirá una mejor atención para miles de chicos, y un entorno laboral más justo para los profesionales que todos los días sostienen el sistema.
El conflicto, sin embargo, sigue abierto. ¿Volverán los gremios atrás con la decisión? ¿Habrá una nueva asamblea? ¿Qué harán los médicos que quieren trabajar pero están atados al paro?
Lo que pasó en la asamblea del Garrahan es apenas el primer capítulo de una disputa que mezcla política, salud y plata. Y por ahora, la intriga sigue.
