La guerra de Javier Milei contra la AFA: ¿Una lucha legítima o un intento de control?
El presidente Javier Milei ha puesto su mirada sobre la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) con una intensidad que despierta tanto preocupación como curiosidad. Su reciente crítica al reelecto presidente Claudio “Chiqui” Tapia y su intento de deslegitimar la asamblea que lo consagró, revelan un profundo descontento que trasciende la mera política futbolística. Al comparar a la AFA con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, Milei no solo desata una controversia, sino que también deja entrever una posible agenda de intervención que contradice su discurso sobre la libertad.
Milei sostiene que la asamblea celebrada la semana pasada fue irregular y que la Inspección General de Justicia (IGJ) declaró inválido el adelantamiento de las elecciones. Sin embargo, su deseo de involucrar a la justicia en este ámbito plantea serias dudas sobre su compromiso con las libertades individuales y el respeto a la autonomía de las organizaciones. Una intervención por parte del gobierno sería un giro radical que pondría en jaque sus postulados liberales y revelaría una obsesión que podría tener consecuencias desastrosas para el fútbol argentino.
La insistencia del presidente en promover las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) como modelo de gestión también se suma a la polémica. Al afirmar que “debería haber una apertura mental” y que “nadie está obligada a cambiar de modelo societario”, Milei parece olvidar que forzar un cambio puede resultar más perjudicial que beneficioso. La naturaleza misma del fútbol argentino, con su rica tradición y cultura, podría verse amenazada por un enfoque mercantilista que prioriza el lucro sobre el desarrollo deportivo.
En un contexto donde el fútbol argentino se ha visto manchado por escándalos y manejos turbios, la declaración de Milei de que “el fútbol es una de las batallas más importantes a dar” es irónica, si consideramos que su gobierno podría estar más interesado en controlar que en reformar. ¿Acaso el presidente realmente busca mejorar el fútbol argentino o simplemente está intentando erigir una nueva estructura de poder en un ámbito que es sinónimo de pasión y tradición para millones de argentinos?
Por lo tanto, la lucha por la AFA no es solo una cuestión de gestión deportiva, sino que se convierte en un símbolo de la lucha por la autonomía y la libertad en un contexto donde la intervención del estado podría traer más sombras que luces. En este escenario, la pregunta es: ¿Será el fútbol argentino capaz de mantener su esencia o se convertirá en un mero campo de batalla para las ambiciones políticas de Milei? La respuesta dependerá no solo de las decisiones que tome la AFA, sino también de la capacidad de los aficionados y dirigentes para defender su derecho a decidir el futuro del fútbol en Argentina.