Milei y el fin de un ciclo histórico

05-10-2023 - Por Crítica Argentina

* Por Carlos Fara.

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* Más de 190 campañas electorales en Latam. Ex presidente de  @AsacopArgentina y @AlacopLatam. Autor de Cómo ser un consultor político?


La política argentina está experimentando un cambio muy profundo, que valdría identificarlo como el final de un largo ciclo que comenzó en 1945.


La Argentina está transitando dos momentos inéditos. El primero es que lleva tres presidencias seguidas que concluyen con balance negativo en la opinión pública. Cada administración deja una situación económica peor a la recibida. El segundo es que lleva once años de estancamiento, con subidas y bajadas, que la han llevado a tener la peor inflación desde 1991.

Ambos hechos han generado un estado de ánimo particular, diferente al de crisis anteriores como la famosa de 2001-2002, que terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa y sepultó el régimen de convertibilidad «un peso, un dólar». En aquel momento predominaban la bronca y el enojo, con una sociedad muy movilizada y con mucha energía, explosiva.

En la actualidad, el electorado se encuentra con incertidumbre, angustia y miedo. Es una comunidad desahuciada, sin energía e implosiva. Por supuesto, como sucede en muchos lugares del mundo, la pandemia adicionó sus efectos negativos. En la Argentina se agravaron por una larga cuarentena, con todas las consecuencias económicas, sociales y psicológicas esperables.

Tres gobiernos fallidos

En este período de tres gobiernos fallidos, dos mandatos pertenecen al peronismo-kirchnerismo (la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y el actual de Alberto Fernández con ella de vicepresidenta) y uno que encabezó la alianza Cambiemos, de la mano de Mauricio Macri. Esa corresponsabilidad ha generado un fastidio con el statu quo de las dos grandes coaliciones que protagonizaron los últimos ochos años de la política nacional.

En ese marco aparece el fenómeno de Javier Milei, un personaje que se autocalifica como libertario y que adhiere al anarcocapitalismo. En su filosofía, la lógica del mercado debe reglar todo tipo de interacción económica entre los individuos, para lo cual estos necesitan una amplia libertad y una intervención mínima del Estado. De la mano con este planteo central, ha enfocado su furia contra «la casta». Esta sería toda la clase política histórica responsable del permanente déficit fiscal del país, que ha desembocado en una inflación sin límites. En dicho estamento también incluye a los empresarios corporativos, los sindicalistas y parte del periodismo. Sus adherentes cantan habitualmente «la casta tiene miedo».

Un personaje inédito

Más allá de lo ideológico, Milei es un personaje fuera de lo común para lo que se espera de un líder político. Es muy vehemente en sus reacciones, muy tajante en sus definiciones, no tiene problema en decir improperios contra sus adversarios políticos y es muy creativo en su estilo comunicacional. Por ejemplo, a la coalición opositora Juntos por el Cambio la llama «Juntos por el Cargo», y al oficialista Frente de Todos lo denomina «Frente de Chorros». Todo en él, incluso su aspecto físico, va a contramano de lo políticamente correcto, generando adhesiones y rechazos muy acentuados. Transmite autenticidad, de la manera en que se podría expresar cualquier ciudadano muy enojado. De la mano de esa impronta, promete una revolución en todo sentido para que «Argentina vuelva a ser uno de los países más ricos del mundo».

Estas actitudes extremas, absolutamente disruptivas, lo han llevado a tomar posiciones muy controversiales, como respecto a la compra y venta de órganos, o de bebés: todo debería poder ser resuelto mediante la libertad de mercado. También ha causado alarma su idea de la libre posesión de armas.

Una parte de la sociedad argentina se cansó de «la grieta», entendiendo por esta al clivaje kirchnerismo-antikirchnerismo. El candidato libertario viene a postular que la gran confrontación es entre «la casta» y los ciudadanos que no pueden progresar. Cambia el eje de la discusión después de 15 años aproximadamente, cuando al inicio del primer gobierno de Cristina Kirchner se produjo un duro enfrentamiento con el sector agropecuario, conocido como «la crisis del campo». En ese sentido, más allá de lo que pueda suceder electoralmente, se puede decir que Milei ya ganó al modificar el marco del debate.

Trayectoria de Milei

Además, el fenómeno posee otras características sociopolíticas y demográficas que alimentan su carácter distintivo. Milei se presentó para diputado por la Capital Federal en 2021 y fue elegido con el 17 % de los votos. A partir de ahí se proyectó a nivel nacional y obtuvo el 30 % en las primarias abiertas del 13 de agosto pasado. Se impuso en 16 de los 24 distritos electorales, no haciendo —curiosamente— su mejor votación en el Área Metropolitana Buenos Aires, de donde él proviene, sino que se derramó en buena parte del Interior.

Sus segmentos de mayor apoyo son el sector socioeconómico medio bajo y bajo. Representa por primera vez un desafío a la ciudadela social peronista en 77 años, sin Estado, sin aparato territorial, sin fiscales y sin clientelismo. Al mismo tiempo, se ha convertido en un fenómeno por debajo de los 35/40 años, en función del estancamiento de tantos años que hace que los más jóvenes no vean un futuro promisorio. Su arenga de «viva la libertad, carajo!», impacta especialmente en el estamento etario más perjudicado por la larga cuarentena.

Los outsiders

Por otra parte, el sistema político argentino —a diferencia de otros en América Latina— siempre ha sido reacia a darle una oportunidad a los outsiders. Todos aquellos que vinieron de fuera de la política —como el expresidente Macri— debieron seguir el cursus honorum de ir escalando posiciones hasta llegar al premio mayor. Hasta acá, este es el caso de mayor éxito de un «extranjero» de que se tenga memoria por décadas.

Por último, se podría decir que ya no importa tanto el resultado final de la elección presidencial de este año. Solo con lo que ha sucedido hasta aquí —alta tasa de cambio en los gobiernos provinciales, de la mano de varias dinastías políticas que salieron del poder— significa que la política argentina está experimentando un cambio muy profundo. Valdría identificarlo como el final de un largo ciclo histórico que comenzó en 1945.