El Índice de Condiciones Financieras (ICF) de Argentina alcanzó su nivel más alto en 15 años, superando las 103 unidades en diciembre de 2024. Este aumento, el más grande desde 2009, refleja un repunte significativo en las condiciones económicas del país. Pero, ¿qué implica este cambio y cómo afecta a la estabilidad financiera y el crecimiento económico sostenido?
El ICF es un indicador que evalúa las condiciones financieras de un país, tanto a nivel local como internacional. Para calcularlo, se consideran 20 variables clave, de las cuales 10 son de índole local (como el desempeño del Merval, las tasas de interés y la brecha cambiaria) y 10 externas, como las condiciones del mercado global.
El estudio realizado por el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) destaca que el ICF llegó a su valor más alto desde 2009, con un incremento de 255 puntos comparado con el repunte de ese año, que estuvo impulsado por factores internacionales. Esto señala una mejora significativa en las condiciones financieras locales, aunque también abre preguntas sobre qué tan sostenibles son estas mejoras.
Las condiciones financieras en Argentina muestran señales mixtas. Por un lado, el índice accionario Merval superó los 2.300 dólares, lo que indica un mercado bursátil positivo. Además, el Banco Central ha recortado las tasas de interés, lo que facilita el acceso al crédito para muchos sectores de la economía. Sin embargo, la brecha cambiaria ha subido al 13%, debido a la aceleración de los tipos de cambio paralelos hacia fin de mes, lo que añade incertidumbre.
Las acciones argentinas tuvieron un rendimiento sobresaliente en 2024, con un crecimiento del 124% en dólares, frente al 93% de los bonos soberanos. Esto demuestra una clara preferencia por las inversiones en acciones, pero también genera dudas sobre si este crecimiento tiene margen para continuar a futuro.
El inicio de 2025 ha sido positivo para los bonos, con una reducción del riesgo país a menos de 600 puntos, el nivel más bajo desde 2018. Esta mejora, sin embargo, viene con desafíos. La inflación, aunque desaceleró a un 2.4% en noviembre, podría reactivarse en los próximos meses. Además, las políticas cambiarias del gobierno, que apuntan a mantener el cepo cambiario hasta las elecciones de octubre, podrían seguir afectando la economía.
A nivel global, la situación también muestra señales mixtas. La fortaleza del dólar y la devaluación del real brasileño podrían complicar aún más las condiciones internacionales. Esto podría repercutir en las condiciones financieras de Argentina, especialmente en un año electoral.
El ICF señala que para que haya un crecimiento económico sostenido, es fundamental mantener el acceso al crédito y controlar la inflación. En este sentido, la situación local se presenta algo favorable, con 8 de las 10 variables locales en "zona de confort". Sin embargo, la volatilidad moderada que se ve en mercados emergentes, junto con los riesgos de un entorno global incierto, podría poner a prueba estas condiciones.
En resumen, aunque las condiciones financieras de Argentina han mejorado, el futuro económico dependerá de cómo se manejen tanto los factores internos como externos en 2025. La estabilidad local será crucial, pero los retos globales y la incertidumbre política podrían generar volatilidad.
Con estas variables en juego, el reto para Argentina será mantener un crecimiento económico sostenido mientras navega por un entorno financiero cada vez más complejo.
