El ídolo del Fortín cambió los tres palos por la cría de pura sangre en Chascomús
El icónico arquero argentino dejó atrás los estadios de fútbol y encontró una nueva vida en Chascomús, dedicándose a los caballos de carrera.
Gastón Sessa, conocido como el "Gato", es inolvidable para los hinchas del Fortín y polémico para los amantes del fútbol. Debutó en Estudiantes, pero su corazón pertenece al Lobo. Desde su retiro en 2016, Sessa cambió los tres postes por el campo y los caballos.
“El campo en mi vida es un cable a tierra, es un lugar muy especial”, comparte Sessa, con una voz tranquila, lejos de los gritos de la cancha. “Nos encanta levantarnos por la mañana rodeados de animales, siembras... el olor a pasto. Es una calidad de vida diferente, y eso es lo que logramos cuando decidimos mudarnos a Chascomús desde un country en zona sur”.
Incontables son las historias de jugadores de fútbol que sufren las consecuencias del retiro. “El campo me ayudó a tener un retiro espiritual del fútbol, algo que temía porque no sabía cómo manejaría la falta de adrenalina. Tuve mucho miedo de caer en la depresión. Pero irme al campo resultó ser la mejor decisión de mi vida”, confiesa Sessa.
En 2003, mientras seguía jugando al fútbol, usó sus ahorros para comprar su primer terreno. “Al principio lo tenía como una inversión, con ganado y algunas siembras, y lo visitábamos los fines de semana. Pero una década después, buscando un cambio de aire y seguridad, decidimos mudarnos definitivamente a Chascomús”.
El retiro no fue fácil. Pasar de una rutina intensa a un ritmo pausado fue un desafío, pero pronto encontró nuevas actividades en el campo. “Los caballos de carrera me apasionan; siempre me gustaron, pero no pude dedicarme a ellos mientras jugaba profesionalmente. Compré los primeros en 2014, cuando ya estaba cerca de mi retiro. Desde entonces, me convertí en un fanático de cada aspecto de la hípica”.
En su haras de pura sangre, Sauce Grande, hay unos 20 caballos en entrenamiento. “Desde que la yegua queda preñada hasta que el potrillo debuta, es un proceso largo pero hermoso. Y un día finalmente los veo debutar; después de años, empiezan a correr en los grandes hipódromos. Esa sensación de ver cruzar un caballo tuyo, que lo criaste y viste crecer, es lo máximo a lo que uno puede aspirar. Eso es todo: es el sentido de pertenencia de un deporte que es bellísimo”.
La adrenalina de los días de fútbol se ha trasladado a las carreras de caballos. “La ansiedad más grande la sufro hasta que el potrillo entra a la gatera; puede que el starter se demore en largar o tal vez se escapa algún ejemplar y los demás se empiezan a poner nerviosos. Ahí nosotros también empezamos a sudar, arranca un cosquilleo en el pecho. No se trata de ganar la carrera, sino de toda la preparación del caballo”.
Antes de entrar en el universo del turf, Sessa recuerda con cariño un emprendimiento especial: la cría de ranas, proyecto iniciado por su padre. “Lo armamos con mi papá, después de que él sufrió un ACV. Con unos piletones construimos un criadero de ranas toro en el campo”.
El proyecto fue complicado debido a la calidad del agua en la cuenca del Salado. “Nosotros estábamos cerca de las siete lagunas, entonces el agua no era la ideal. Fue un proyecto muy lindo, pero decidimos no continuar después de algunos años”.
En cuanto a su regreso al fútbol, Sessa es claro. “El fútbol ahora es solo un hobby. Juego con amigos y en torneos de veteranos, pero mi etapa profesional está terminada. No tengo planes de ser entrenador, a pesar de haber hecho el curso. Me gustaba jugar, pero no quiero volver al ámbito profesional”.
Como todo buen "gato", su curiosidad lo lleva a nuevos proyectos, como comprar la casa del expresidente Raúl Alfonsín durante la pandemia y convertirla en un hotel boutique.
El Gato parece haber vivido muchas vidas; en esta nueva, encontró en el campo pasión y propósito, disfrutando junto a su familia de días sin arengas ni cánticos. Ahora escucha el “tacata” del caballo en la inmensidad del campo. Y siente paz; mucha paz.