Una encuesta reciente encendió alarmas en varios espacios de la izquierda regional. Pero lo más importante no fue el dato aislado de un político, sino la señal de algo más profundo. Hay una tendencia clara, y los próximos meses podrían confirmar un giro histórico. Seguí leyendo y entendé por qué la caída de Orsi, la reelección de Noboa y el fenómeno Milei podrían marcar un nuevo ciclo político en la región.
La consultora CB Opinión Pública acaba de publicar un ranking de imagen presidencial en América Latina. En ese listado, Yamandú Orsi, principal figura del Frente Amplio en Uruguay, cayó al tercer lugar con un 48,8% de aprobación. Lo superaron Daniel Noboa, presidente de Ecuador, con 52,1%, y Javier Milei, con 49%.
Para muchos, el dato de Orsi no es solo una mala racha. Es el reflejo de un agotamiento más general del progresismo latinoamericano, que durante años marcó la agenda en países como Bolivia, Chile, Honduras y el propio Uruguay.
En abril de 2025, Daniel Noboa fue reelecto. Aunque no se declara abiertamente de derecha, su gestión se desmarca del socialismo del siglo XXI. Esto lo convirtió en una opción confiable para sectores cansados de la inseguridad, la inestabilidad y la demagogia.
Todo lo contrario. Desde que asumió en 2023, Javier Milei despertó un fenómeno regional. Su discurso liberal y frontal contra el estatismo prendió fuerte en una América Latina golpeada por la inflación, la corrupción y la falta de resultados. Su crecimiento en imagen confirma que no fue solo una moda argentina, sino un símbolo del nuevo rumbo que buscan muchos ciudadanos.
En Bolivia, el MAS llega a las elecciones presidenciales de agosto en su peor momento: peleas internas, acusaciones de corrupción y un electorado harto. Si la oposición logra unificarse, podría cortar más de una década de autoritarismo.
En Chile, Gabriel Boric enfrenta una fuerte crisis política. Dos proyectos constitucionales rechazados, fracasos legislativos y una economía estancada lo debilitan cada vez más. El clima anticipa un cambio, pero aún falta una alternativa clara para las presidenciales de 2025.
En Honduras, la gestión de Xiomara Castro no cumplió con las expectativas. La inseguridad, la corrupción y la parálisis económica siguen presentes. El modelo vinculado al castrochavismo pierde apoyo, y la oposición busca reorganizarse.
La caída de Orsi en imagen se suma a un Frente Amplio con liderazgos debilitados. Tras la muerte de José Mujica, el espacio quedó sin figuras fuertes. Mientras tanto, la Plataforma Por La Libertad gana peso, especialmente entre los jóvenes. Su mensaje de defensa de la vida, la propiedad y la libertad suma apoyo frente a un progresismo que ya no entusiasma.
Lo de Orsi, Noboa y Milei no son hechos aislados. Marcan un posible cambio estructural. Un giro hacia modelos que valoran la libertad individual frente a los fracasos de la izquierda regional. El tablero político latinoamericano se mueve, y todo indica que el progresismo, como lo conocimos, está en retirada.