Se termina un día complejo para los argentinos. Si este martes hubiera caído 13, estaríamos hablando de cuestiones sobrenaturales. Porque a los que habitamos esta bendita tierra del sur lejano de América, nos enloquece perder y preferimos echarle la culpa a cuestiones de superioridad mística, mucho más que a la realidad torpe que construimos día a día con nuestros errores banales y evitables.
Con la economía en ebullición permanente, con una inflación de marzo anunciada el jueves pasado en un 7,7% y el dólar blue, el que usa la gente común, volando hasta los $420, la noticia del día es que el ministro de Economía, Sergio Massa, estaría a punto de lanzar su campaña presidencial. Solo aquí se puede pensar que justo en los peores días de su gestión, en cuanto a los resultados públicos, el tigrense se anime a semejante aventura.
Es verdad que el oficialismo necesita un candidato rápidamente, para no seguir perdiendo terreno con una oposición avasallante que se lleva puesto todo, y que instala de corrido que sólo falta definir el candidato amarillo, para saber quién estará sentado en el sillón de Rivadavia a partir del 10 de diciembre de este año. Pero hacerlo en este momento y con este referente como propuesta al electorado es poco menos que suicida.
No es que Sergio Massa sea un mal candidato y mucho menos que no podría ser un buen Presidente, sino que es este su peor momento desde que se hizo cargo del área más importante del gobierno. Lanzar a Massa a la pista para una aventura electoral épica en este estado de cosas, es la demostración palpable y clara de un alarmante desconocimiento de la realidad social de Argentina por parte de quienes lo empujan a este abismo innecesario.
La realidad detrás de las anchísimas paredes del majestuoso edificio del Ministerio de Economía de la Nación no es la misma que en los barrios. Los vidrios polarizados de los autos oficiales, opacan la visión y los corazones. Los funcionarios que transitan apurados y encapsulados desde los barrios privados carísimos donde residen, hasta la Plaza de Mayo donde trabajan, no alcanzan ni quieren ver la intemperie social que lacera a nuestra sociedad.
Muchos funcionarios, referentes territoriales, legisladores y amigos, necesitan desesperadamente que Massa sea candidato a Presidente y que se lance lo antes posible; pero Sergio, pasado de estrés, de tensiones y de operaciones en su contra, merece que lo ayuden a decidir bien. Faltan más de dos meses para el 24/6; hay tiempo para esos anuncios. Mandarlo a jugar en el peor momento de la economía, solo para que no le instalen otros candidatos que pudieran competirle, es asegurarse un fracaso que se podría evitar.