¿Quién decide qué jueces ocupan los cargos vacíos en la Justicia? ¿Y por qué tantos sillones siguen vacíos mientras los expedientes se acumulan? Esta semana, Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, expuso un dato que prende todas las alarmas en el Congreso. Lo hizo en la previa de su informe ante el Senado, y dejó una cifra dura de tragar: hay 330 vacantes judiciales sin cubrir en los tribunales nacionales y federales de todo el país, especialmente en CABA.
El número no es menor: representa más del 31% de todos los cargos vigentes. Y aunque pueda parecer una estadística más, lo cierto es que ese vacío impacta de lleno en la vida cotidiana. Menos jueces significa justicia más lenta, más sobrecarga en los tribunales y más margen para que las decisiones importantes se demoren.
La respuesta fue parte de un paquete de 926 preguntas que Guillermo Francos le contestó por escrito al Senado, antes de presentarse en el recinto. Allí explicó que el Ejecutivo todavía está “evaluando” los nombres que propone el Consejo de la Magistratura para cubrir esas vacantes. En otras palabras: los pliegos están en pausa y eso, en los pasillos del Congreso, se traduce así: son parte del juego político.
El propio Francos lo dijo claro: aunque no hay un plazo legal para completar el trámite, el Gobierno va a avanzar “a la mayor brevedad posible”. Pero mientras tanto, los juzgados siguen con jueces subrogantes, una figura que debería ser provisoria, pero que se volvió norma.
Los datos que compartió el jefe de Gabinete son contundentes:
En la Justicia nacional de CABA, hay 178 cargos vacíos sobre un total de 571.
En la Justicia federal de CABA, faltan 46 jueces de un total de 159.
En la Justicia federal del interior, hay 106 vacantes sobre 326 cargos.
Todo esto configura una estructura judicial incompleta, que a su vez se convierte en una ficha de cambio para el Gobierno en su negociación con la oposición.
El tema llega incluso a la Corte Suprema, que hoy tiene dos sillas vacías. Francos aseguró que el objetivo del Ejecutivo es completar la integración del tribunal y que, tras el rechazo de candidaturas anteriores, están buscando nuevos perfiles. En ese análisis, dijo, se contempla sumar mujeres, aunque no se define todo solo por el género, sino por la trayectoria y la experiencia.
Lo que queda claro es que las vacantes judiciales no son solo un problema de números. Son parte de un tablero más grande donde el Ejecutivo mueve piezas según el momento político. Mientras tanto, el sistema judicial avanza con lo que tiene, y los ciudadanos esperan que alguien acelere el proceso. ¿Será esta vez?