Este viernes a las 11 de la mañana, la Cámara alta recibió a los senadores que entraron en las elecciones legislativas del 26 de octubre. La ceremonia tuvo dos objetivos simples pero centrales: aprobar los diplomas y tomar juramento. Todo esto abre el camino para que, el 10 de diciembre, arranque formalmente la nueva etapa del Senado.
Ese día no es uno más. Marca un cambio profundo en el equilibrio de fuerzas y empieza a definir cómo se van a negociar las leyes más importantes del próximo año.
Los resultados ya se sabían, pero verlos hechos bancas cambia la perspectiva. En las elecciones, La Libertad Avanza (LLA) sacó el 40,70% de los votos y se consolidó como el gran ganador del turno. El kirchnerismo, hoy nucleado en Fuerza Patria, quedó en 31,68%.
Esa diferencia se reflejó directamente en el Senado:
Fuerza Patria: baja de 34 a 28 bancas.
La Libertad Avanza: pega el salto más grande, de 7 a 20 senadores. Es decir, suma 13 nuevos escaños y pasa a ser la segunda fuerza de la Cámara.
Pero no fueron los únicos que sintieron el golpe.
UCR: de 13 a 9 bancas.
PRO: de 8 a 6.
Los bloques provinciales, en cambio, ganaron representación: ahora suman 6 legisladores, uno más que antes. Provincias Unidas quedó debilitado, pasando de 5 a 3.
Este reacomodamiento no solo cambia números: cambia estrategias, alianzas y márgenes de maniobra.
Uno de los pasajes más comentados fue la jura de Patricia Bullrich, que todavía es ministra de Seguridad pero desde diciembre será senadora por La Libertad Avanza… y presidenta del bloque.
Cuando juró, el público explotó en aplausos: se pusieron de pie Karina Milei, Diego Santilli y Manuel Adorni, marcando lo que muchos interpretan como un mensaje político interno y externo.
Con esta renovación, el Senado queda en un escenario completamente distinto al de los últimos años:
La Libertad Avanza se convierte en actor clave para cualquier negociación.
El kirchnerismo pierde margen.
Los partidos tradicionales retroceden y deberán redefinir su rol.
Pero acá vuelve la pregunta del inicio: ¿qué es eso que todavía no se está diciendo?
El dato es simple: aunque LLA creció fuerte, todavía no tiene mayoría propia. Eso significa que cada ley, cada acuerdo y cada negociación va a depender de pactos dinámicos, más inestables y más abiertos que en años anteriores. Y ese juego, que arranca en diciembre, promete tensiones, sorpresas y un Senado muy distinto al que estábamos acostumbrados.
