Lo que empezó como una promesa incumplida, hoy se convirtió en uno de los planes más ambiciosos del presidente Nayib Bukele: reconstruir el sistema educativo salvadoreño, pero con un detalle que sorprendió a todos. Y sí, involucra a presos como parte clave del trabajo. ¿Qué hay detrás de esta jugada?
En plena cadena nacional y desde San Luis Talpa, Bukele presentó su nueva estrategia llamada “Dos escuelas por día”. El objetivo es claro: reconstruir escuelas en todo el país a gran velocidad y con una calidad superior a la actual. El plan busca intervenir más de 100 centros educativos en una primera etapa. Pero lo que más llamó la atención fue el tipo de mano de obra que se usará.
El gobierno anunció que los trabajos serán realizados, en parte, por personas privadas de su libertad. ¿La razón? Integrarlos a programas de reinserción laboral, para que quienes hoy están presos puedan aportar a la sociedad y, al mismo tiempo, adquirir experiencia útil para cuando recuperen su libertad. Esto también permite reducir costos de obra, algo importante para sostener un plan de esta magnitud.
Aunque aún no hay muchos detalles sobre cómo se organizarán estas cuadrillas, Bukele dejó claro que es una estrategia con doble propósito: mejorar las escuelas y avanzar en el proceso de rehabilitación de los internos. Según el mandatario, cada escuela renovada tendrá aulas ventiladas, cocinas, comedores, canchas, accesos inclusivos y hasta paneles solares. También se crearán espacios para el cuidado de la infancia y sistemas de tratamiento de aguas.
Una plataforma web oficial permitirá a la gente seguir en tiempo real cómo avanzan las obras. Esta decisión apunta a brindar transparencia y mostrar el ritmo de ejecución del plan, que en el pasado había sido cuestionado por demoras y promesas no cumplidas.
Para financiar la iniciativa, el gobierno de El Salvador accedió a un préstamo de 100 millones de dólares del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe. En esta primera fase se intervendrán escuelas de San Salvador, La Libertad y San Vicente.
Este anuncio llega en un momento donde el país sigue bajo un régimen de excepción, vigente desde 2022, tras una fuerte ola de violencia. A pesar de las críticas de organismos internacionales, los datos del gobierno indican que los homicidios bajaron un 26% en un año. Esto refuerza el discurso oficial de que el control del crimen va de la mano con políticas públicas activas.
Esa es la gran pregunta que queda abierta. Y la respuesta no se medirá solo en cantidad de escuelas renovadas, sino en cómo impacta este programa en el futuro de miles de chicos y chicas salvadoreñas.