¿Puede un solo gesto cambiar el rumbo de la Cámara de Senadores? La semana política dejó una pregunta abierta que todavía nadie se anima a cerrar. Y en esta nota te cuento por qué la charla pendiente entre Patricia Bullrich y Victoria Villarruel se volvió el centro de todas las miradas.
La ministra de Seguridad y senadora electa, Patricia Bullrich, fue clara: la relación entre el Gobierno libertario y la vicepresidenta Victoria Villarruel “ha sido de distancia”. Y esa distancia, según ella, no es menor. Afecta directamente cómo va a moverse la agenda legislativa en un Senado donde cada voto pesa como si fueran diez.

Bullrich adelantó que el oficialismo espera un cambio de actitud por parte de Villarruel. “Nuestro pedido a ella será que nos ayude y no nos boicotee”, dijo sin vueltas. Pero también marcó otra cosa: no es un tema personal. “La distancia ha sido de todo el Gobierno”, aclaró. Igual, la ministra confirmó que el viernes al mediodía tendrán una reunión: “Me dijeron que la vicepresidenta quería hablar conmigo, así que voy a estar ahí”.
Ese encuentro será clave. No solo porque definirá el tono político entre ellas, sino porque el Gobierno quiere avanzar sí o sí con uno de sus proyectos más sensibles: Ficha Limpia.
Bullrich ratificó que el oficialismo volverá a la carga con esa iniciativa, que busca impedir que personas condenadas por corrupción puedan ser candidatas. No es un proyecto nuevo, ni algo improvisado. Ella misma contó que durante la campaña lo impulsó con fuerza y que, cuando el Senado no lo trató, el malestar social fue profundo.
“Fue una decepción”, recordó. Dijo que esa noche estaban todos en su casa mirando la tele, convencidos de que se votaba. Pero no se votó. Y eso, según Bullrich, dejó a la gente “desencantada”.
¿Por qué es importante este punto? Porque Ficha Limpia se convirtió en una bandera ética para buena parte del electorado. Y porque su tratamiento depende, justamente, de que el Senado —con Villarruel como presidenta del cuerpo— funcione sin fricciones internas.
Bullrich lo resumió así: “La vamos a insistir. Sí”. Corto, directo y sin margen para interpretaciones.
Lo que viene ahora es la parte decisiva. El oficialismo necesita que el Senado acompañe sus proyectos. Villarruel, por su rol institucional, tiene la llave del funcionamiento del recinto. Y Bullrich, como pieza fuerte del gabinete y futura senadora, quiere asegurar que esa llave gire en la dirección correcta.
La reunión del viernes puede ordenar, tensar o reconfigurar todo. Pero hoy, la pregunta abierta sigue siendo la misma del inicio: ¿habrá coordinación política o seguirá la distancia? La respuesta, por ahora, está en pausa. Y el Senado espera.