¿Qué puede pasar con el dólar y las tasas efectivas en plena previa de las elecciones? Esa es la pregunta que se hacen los analistas y también la gente común, porque de la estabilidad del tipo de cambio depende buena parte del bolsillo y del clima económico de los próximos meses.
El Gobierno juega sus fichas a mantener al dólar mayorista cerca de los $1.300, intentando que no se dispare justo en medio de la campaña. Para eso, combina señales políticas y una política monetaria que busca controlar la liquidez, aún a costa de tasas muy altas en pesos.
El oficialismo viene de una derrota en el Congreso: la Cámara de Diputados le dio media sanción a proyectos que presionan sobre el gasto, como el financiamiento de universidades y la emergencia pediátrica. Ante eso, el presidente Javier Milei aplicó el veto, defendiendo el equilibrio fiscal como condición para bajar inflación y pobreza.
Este ruido político no es menor: los mercados lo leen como un factor de incertidumbre en el corto plazo, justo cuando falta poco para la votación clave en la provincia de Buenos Aires y las legislativas de octubre.
En lo financiero, la atención está puesta en las tasas efectivas. Desde que se eliminaron las LEFI, las operaciones en pesos llegaron a superar el 100% anual en momentos de tensión. Hoy se acomodaron cerca del 50%, aunque siguen duplicando la inflación esperada, que ronda el 20% anual.
Según Juan Manuel Franco, economista de Grupo SBS, el Banco Central usa el tipo de cambio como ancla y ajusta regulaciones para evitar sacudones hasta las elecciones. A la vez, Jorge Vasconcelos, del IERAL, plantea que después de los comicios será clave bajar las tasas a un dígito real, para que el crédito vuelva a moverse sin riesgo de devaluación.
El Gobierno se apoya en el dólar estable como principal carta electoral. En agosto, el peso se apreció alrededor de 5% frente al dólar, y esa calma ayuda a que la inflación se mantenga debajo del 2% mensual por cuarto mes seguido. Ese dato es central para el oficialismo, que busca mostrar resultados en el día a día.
Pero el costo es alto: el Tesoro convalidó en su última licitación una tasa efectiva anual cercana al 65%, lo que encarece la deuda futura y frena la actividad. De hecho, un informe del Observatorio PyME muestra que siete de cada diez fábricas están estancadas o en baja, con la demanda como principal preocupación.
Para los analistas, el desafío inmediato es esterilizar la liquidez sin asfixiar el crédito. Firmas como Delphos y Portfolio Personal remarcan que la presión sobre el sistema financiero es fuerte, sobre todo tras la suba de encajes que dispuso el Banco Central.
Aun así, algunos economistas como Salvador Di Stefano sostienen que el dólar podría mantenerse incluso por debajo de los niveles previos a la salida de las LEFI, mientras el FMI baja las metas de reservas y libera fondos frescos.
El interrogante queda abierto: ¿aguantará el dólar estable hasta las elecciones o las tasas altas terminarán jugando en contra de la economía real?