El golpe de Estado de 1930 en Argentina: cómo Uriburu derrocó a Yrigoyen e inició una era de dictaduras
El golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930 marcó un punto de inflexión en la historia política argentina. José Félix Uriburu, un general de 62 años, lideró una sublevación militar que culminó con la renuncia del vicepresidente Enrique Martínez, quien estaba a cargo de la presidencia en ese momento. Así, comenzó un periodo de dictaduras militares y gobiernos civiles que no lograrían completar sus mandatos constitucionales hasta décadas después.
José Félix Uriburu, descendiente de una prominente familia política, asumió la presidencia tras el golpe. Proveniente de una familia con conexiones importantes, incluyendo a su bisabuelo Juan Antonio Álvarez de Arenales y su tío, el expresidente José Evaristo Uriburu, Uriburu era un veterano militar. A pesar de haber participado en la Revolución del Parque de 1890, su carrera militar fue sólida y en 1930 aprovechó el contexto de crisis económica y política para derrocar a Yrigoyen.
Uriburu no tardó en imponer su visión autoritaria al país. Entre sus primeras medidas destacó la declaración del estado de sitio en todo el territorio nacional, el cierre del Congreso y la intervención de las provincias. Estas acciones desmantelaron las instituciones democráticas, dando paso a un régimen militar que buscaría imponer una agenda conservadora.
El nuevo gabinete incluyó a figuras destacadas como Matías Sánchez Sorondo (Interior) y Ernesto Bosch (Cancillería), reflejando el carácter autoritario y elitista de la administración.
El segundo mandato de Hipólito Yrigoyen, que comenzó en 1928, se vio marcado por su avanzada edad y una crisis económica devastadora. Con 76 años, Yrigoyen no tenía la energía de antaño, y su entorno más cercano se encargaba de aislarlo de las malas noticias. En un contexto de crisis global derivada del colapso de Wall Street en 1929, su gobierno no logró implementar medidas efectivas para mitigar los efectos en Argentina, lo que debilitó aún más su posición.
Uno de los momentos clave para consolidar el régimen de Uriburu fue el apoyo de la Corte Suprema de Justicia. El tribunal, mediante la conocida "Doctrina de Facto", legitimó el golpe al declarar la validez de los actos del gobierno militar para asegurar la continuidad del Estado. Esta decisión fue crucial para que el gobierno de facto ganara aceptación en los sectores más conservadores de la sociedad.
El golpe de 1930 inauguró un ciclo de inestabilidad política que se prolongaría hasta 1976. Entre estos años, los gobiernos civiles elegidos democráticamente se vieron interrumpidos repetidamente por golpes militares. La única excepción notable fue el mandato de Juan Domingo Perón entre 1946 y 1952, que completó su periodo constitucional.
El golpe de Uriburu no solo dejó su huella en la política, sino también en la cultura popular. Carlos Gardel grabó "Viva la Patria", un tango que celebraba la revolución de 1930, con letra de Alberto Vacarezza. Asimismo, "Yo soy del 30" de Héctor Méndez y Aníbal Troilo es otro ejemplo de cómo el régimen militar encontró apoyo en algunos sectores artísticos.