Algo importante cambió en la Argentina durante los últimos dos años, pero todavía no está del todo claro qué lo generó. Un nuevo informe del Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación abre la puerta para entenderlo… y también para revisar muchas ideas instaladas.
Hasta acá, los datos muestran un quiebre histórico en la cantidad de asesinatos de mujeres. Pero la clave recién aparece cuando uno mira la tendencia completa.
Entre el 1 de enero y el 15 de noviembre de 2025 se registraron 211 víctimas, la cifra más baja desde que el organismo empezó a medir en 2017. Esto implica una caída del 25,2% respecto de los 282 casos anotados en 2023, último año de gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, cuando se alcanzó el máximo de la serie.
Los números del Observatorio muestran un recorrido claro:
En 2017 había 245 casos.
En 2023, el récord llegó a 282.
Con la llegada de Javier Milei, los femicidios bajaron a 252 en 2024.
Y en 2025 volvieron a caer fuerte, llegando a 211.
Este descenso abrió un debate: ¿qué hizo que los números cambien después de tantos años de subas? El informe no evalúa políticas públicas, pero sí marca el momento en que se revierte la tendencia. Las discusiones alrededor del rol del Estado, los recursos asignados y la orientación de las políticas de género siguen abiertas, y ahí es donde se arma el nudo del debate público.
El informe también describe cómo se dieron los casos. El 62% ocurrió dentro de la vivienda (sea de la víctima o compartida). En el 85% había un vínculo previo entre agresor y víctima. Solo el 16,6% de las mujeres había hecho denuncias formales antes del ataque, un dato que preocupa porque muestra que la mayoría de las situaciones de riesgo no entra a tiempo en el radar del Estado.
Las provincias con más casos en números absolutos fueron Buenos Aires y CABA (84 en conjunto), Santa Fe (25) y Misiones (13). Pero cuando se ajusta por población, las tasas más altas aparecen en Misiones, Neuquén, Santa Cruz, Chaco y Jujuy.
Todo esto ocurre mientras en 2024 el país alcanzó la tasa de homicidios generales más baja de su historia: 3,8 por cada 100.000 habitantes, la menor de Sudamérica. Ese dato suma otra pieza al rompecabezas sobre cómo está cambiando la seguridad en la Argentina.
El informe deja algo claro: los números bajaron. Lo que todavía se discute es por qué pasó y qué modelo puede sostener esa tendencia.