¿Por qué Cristina Kirchner decidió entregarle a Nicolás Maduro la máxima condecoración argentina en 2013? La historia detrás del reconocimiento genera polémica hasta hoy, y revela un capítulo clave del vínculo político entre Argentina y Venezuela durante el kirchnerismo.
En mayo de 2013, pocos meses después de la muerte de Hugo Chávez, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner otorgó a Maduro la Orden del Libertador San Martín, la más alta distinción que puede conceder el Estado argentino a una figura extranjera. El acto se realizó en el Museo del Bicentenario, en la Casa Rosada, y tuvo como objetivo reforzar la alianza política con el régimen chavista.

En aquel contexto, Maduro acababa de asumir la presidencia venezolana en medio de denuncias de fraude y protestas en las calles. Pese a eso, Kirchner lo condecoró destacando “su compromiso con la integración latinoamericana” y “la defensa de la soberanía regional”. La decisión fue duramente criticada por sectores opositores y por organizaciones de derechos humanos, que denunciaban la represión y la crisis humanitaria que ya golpeaban a Venezuela.
La Orden del Libertador San Martín fue creada en 1943 y lleva el nombre del prócer argentino en reconocimiento a los servicios y méritos de personalidades extranjeras. Entre quienes la recibieron figuran líderes como la Reina Isabel II, el Rey Juan Carlos de España y el Rey Abdallah de Arabia Saudita. Sin embargo, el caso de Maduro marcó una diferencia: se trataba de un mandatario acusado de violaciones de derechos humanos.
En ese entonces, Héctor Timerman era el canciller argentino y participó del acto junto a Cristina Kirchner. La entrega no se hizo en la sede de la Cancillería, como marca el protocolo, sino en el Museo del Bicentenario, por decisión directa de la entonces presidenta. Durante la ceremonia, Maduro agradeció el honor y prometió “seguir el legado de San Martín”.
Años después, el episodio tendría un cierre inesperado. En 2017, el presidente Mauricio Macri anunció públicamente la revocación de la distinción a Nicolás Maduro, en rechazo a los crímenes de lesa humanidad cometidos por su régimen. De ese modo, el reconocimiento que alguna vez simbolizó la alianza entre el kirchnerismo y el chavismo terminó convertido en un símbolo de distancia y condena.
La historia de esta condecoración muestra cómo una decisión diplomática puede transformarse en un gesto político cargado de significado. Lo que comenzó como una muestra de amistad entre gobiernos terminó siendo recordado como uno de los episodios más controvertidos de la política exterior argentina.