Seguramente lo viste: un tipo serio, con galera, barba en punta y el dedo señalando directo a vos. Ese afiche que dice “Te quiero para el ejército de Estados Unidos” es uno de los más famosos de la historia. Pero… ¿quién lo hizo? ¿Por qué es tan icónico? Y lo más raro: ¿es original o lo chorearon?
Esa imagen se volvió eterna durante la Primera Guerra Mundial, pero lo que muchos no saben es que hay una historia bastante curiosa detrás. Te la contamos en menos de cinco minutos.
El dibujo fue creado en 1917 por James Montgomery Flagg, un ilustrador yankee recontra conocido en esa época. Y sí, el tipo se dibujó a sí mismo como el Tío Sam. Solo se agregó unos años, una barba y ¡listo! El cuerpo, en cambio, se lo sacó prestado a su vecino grandote, Walter Botts. Se imprimieron más de 4 millones de copias ese mismo año. Y en la Segunda Guerra Mundial, volvieron a sacarlo tal cual, sin cambiarle ni una coma.
Lo loco es que Flagg ya había usado esa versión del Tío Sam un año antes, en una tapa de revista. O sea, no fue algo hecho por encargo del gobierno. El personaje ya existía. El tipo fue vivo: agarró algo que ya había creado, lo adaptó para reclutar y la pegó fuerte.
El Tío Sam no es solo un dibujo. El personaje representa a Estados Unidos desde principios del 1800. El apodo nació de una anécdota medio dudosa durante la guerra contra Inglaterra. Un proveedor de carne llamado Samuel Wilson enviaba cajas al ejército marcadas con “US”. Un empleado jodón dijo que significaba “Uncle Sam” (Tío Sam), y de ahí quedó.
A lo largo del tiempo, distintos ilustradores lo fueron dibujando con caras y estilos diferentes. Hasta que en 1860, el caricaturista Thomas Nast lo hizo parecido a Abraham Lincoln, con los colores de la bandera. Esa fue la base que después usó Flagg.
Acá viene la parte que genera polémica. El afiche de Flagg es casi igual al que el gobierno británico usó en 1914 para reclutar soldados. En ese cartel, Lord Kitchener, secretario de guerra inglés, también mira fijo y señala con el dedo. La pose, el mensaje, todo es muy parecido. ¿Plagio? Algunos dicen que sí. Otros, que fue una "inspiración".
La diferencia clave: Kitchener era una persona real, que murió en combate. El Tío Sam, en cambio, es un símbolo que representa a todo un país. Por eso el afiche yanqui sobrevivió al paso del tiempo, y el británico quedó en el olvido.
Porque el Tío Sam no envejece. Representa al gobierno de Estados Unidos, y cada vez que ese país entra en guerra, vuelve a aparecer. El dibujo de James Montgomery Flagg se convirtió en un ícono de propaganda militar. Y hasta el día de hoy, se usa como símbolo de patriotismo.
Flagg murió en 1960. En su autobiografía tiró una frase picante: “Me consideran un leproso porque no me gustan ni el béisbol ni las historietas. Algo raro debo tener”. Pero dejó una obra que aún hoy sigue interpelando con solo una mirada y un dedo.