La tensión dentro de la Asociación de Servicio Exterior de la Nación (APSEN) está en su punto más alto. Según revelaciones exclusivas, los diplomáticos más jóvenes presionan a la dirigencia del sindicato para que se tomen medidas en contra del pago de Ganancias.
La relación entre la dirigencia histórica de APSEN y el gobierno de Javier Milei, liderado en el ámbito internacional por la canciller Diana Mondino, es muy buena. De hecho, el ex presidente del sindicato, Gustavo Zlauvinen, dejó su puesto para trasladarse a Austria, mientras que el segundo en mando, Darío Zelaya, fue designado embajador en Corea del Sur.
En este contexto, surgió la agrupación disidente Nuevo APSEN, que busca renovar la conducción del sindicato y adoptar una postura más activa, algo que no es habitual en la cultura política de los diplomáticos. Esta nueva agrupación es liderada por Soledad Sandller, quien promueve una visión más combativa para modernizar el gremio.
A pesar de su liderazgo, fuentes diplomáticas que mantienen una buena relación con la Cancillería cuestionan las motivaciones de Sandller. Afirman que ella y su esposo acumulan sueldos por un total de 22 mil dólares, debido a sus cargos en la Misión Argentina ante la ONU y el Consulado argentino en Nueva York, respectivamente.
Según estas fuentes, Sandller tuvo que regresar a Argentina cuando estaba embarazada de ocho meses para dar a luz, ya que no podía costear el parto en Estados Unidos, que costaba 15 mil dólares. Sin embargo, aseguran que la verdadera razón de su regreso no fue económica, sino porque no quería arriesgarse a que el reembolso de ese gasto fuera en pesos argentinos si no regresaba rápidamente al país.
"No quiso tener a su bebé fuera de Argentina por razones más allá de lo económico", afirman. Estas voces críticas también señalan que Sandller ha usado su supuesta conexión política con Wado de Pedro durante el gobierno anterior para afianzar su posición dentro del gremio.
Desde la agrupación Nuevo APSEN, insisten en que estos comentarios forman parte de una campaña de desprestigio contra Sandller, a quien califican como una figura incómoda para aquellos que desean evitar un cambio en el gremio. Además, aclaran que Sandller no pertenece a La Cámpora desde hace tiempo, a pesar de que sus detractores continúan utilizando esa vinculación como un argumento para deslegitimar su liderazgo.