El próximo 6 de octubre, 153 millones de brasileños acudirán a las urnas para elegir a sus alcaldes y concejales en medio de una intensa polarización política entre las corrientes de derecha y izquierda, personificadas por Jair Bolsonaro y Lula da Silva. La situación actual refleja una fuerte presencia de la derecha en la mayoría de las capitales, con 21 ciudades bajo su liderazgo, de las cuales 16 tienen el apoyo explícito de Bolsonaro y su Partido Liberal (PL). Sin embargo, en algunas localidades, la derecha está dividida, lo que podría afectar sus posibilidades en una segunda vuelta.

São Paulo, por ejemplo, presenta un escenario clave, con el conservador Pablo Marçal (PRTB) dividiendo el voto bolsonarista, mientras que Guilherme Boulos (PSOL), de la izquierda, avanza peligrosamente con el apoyo de Lula. En Goiania, un triple empate entre un candidato lulista, uno bolsonarista y otro centroderechista refleja lo reñido que está el panorama.

El expresidente Bolsonaro ha sido un factor divisivo, incluso dentro de su propio espectro político. En Campo Grande, por ejemplo, su decisión de apoyar a un candidato del PSDB en lugar de una senadora bolsonarista ha generado descontento. Similarmente, en Fortaleza, su exaliado Capitán Wagner decidió postularse por União Brasil, complicando la unidad de la derecha.

A pesar de estos conflictos internos, Bolsonaro sigue siendo una figura influyente, recorriendo el país para apoyar a sus candidatos. Esta elección se ha convertido en un termómetro político que podría medir el pulso de la administración de Lula a mitad de su mandato.