Es el efecto Milei, zurdito: Francia se polariza entre la extrema derecha y la izquierda
Francia se encamina hacia un escenario político sin precedentes con la polarización entre la extrema derecha de Marine Le Pen y el nuevo frente popular liderado por la extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon. Ambos frentes medirán fuerzas en el ballotage del próximo domingo.
El partido de Le Pen, encabezado por el joven y prometedor Joan Bardella, emergió como el gran vencedor en las elecciones legislativas, un paso crucial en el sistema parlamentario francés para la formación de gobierno.
La extrema derecha de Le Pen obtuvo el 33.5% de los votos, superando al Nuevo Frente Popular de izquierda, que logró un 28.1%, y a la coalición de Emmanuel Macron, que alcanzó un 20.7%. Los Republicanos, liderados por el ex presidente Nicolas Sarkozy, consiguieron un 10%, un porcentaje que podría ser determinante para la conformación del próximo gobierno.
A pesar de su victoria, la extrema derecha no alcanzó la mayoría absoluta, lo que abre la expectativa sobre el resultado del ballotage y la posible mayoría en la Asamblea Nacional. Le Pen tiene grandes posibilidades de formar gobierno, aunque el panorama sigue incierto. Si la extrema derecha o la izquierda logran conformar una mayoría, Macron se vería obligado a "cohabitar" con un gabinete de signo político diferente, similar a lo que ocurrió entre Mitterrand y Chirac.
El periodista especializado en política francesa, Heber Ostroviesky, explicó que "el sistema francés es particular, no es parlamentario como el británico ni presidencialista como el argentino, sino semi-presidencialista". Esto significa que el presidente es elegido por voto directo, y posteriormente se eligen los 577 parlamentarios de la Asamblea Nacional.
El presidente propone un primer ministro que debe ser aprobado por la mayoría de la Asamblea. Generalmente, las elecciones presidenciales y parlamentarias se realizan conjuntamente, creando una ola que favorece al presidente electo en la elección de los asambleístas.
En la elección presidencial de 2022, Macron ganó en segunda vuelta, pero la legislativa dejó un Parlamento fragmentado, donde el oficialismo se consolidó con dificultad gracias al apoyo de la centroderecha republicana de Sarkozy, que ahora enfrenta una división con algunos miembros alineados con Le Pen.
"El primer ministro y su gabinete son quienes gobiernan en Francia, no el presidente. Cuando ambos pertenecen al mismo signo político, el presidente se fortalece, pero en tiempos de crisis su rol puede verse desdibujado", añadió Ostroviesky.
La cohabitación, un escenario donde el presidente y el primer ministro pertenecen a partidos diferentes, implica que el primer ministro gobierna mientras el presidente conserva la última palabra en política exterior y defensa.
Ostroviesky señaló que "el macronismo está en retirada" y que las próximas elecciones determinarán si Le Pen obtiene una mayoría propia o si se deberá explorar algún tipo de alianza. No se descarta un acuerdo entre Le Pen y sectores de la derecha clásica, como los Republicanos de Sarkozy.
Si ninguna fuerza alcanza la mayoría absoluta en el ballotage, se abriría un período de incertidumbre, ya que no se pueden convocar nuevas elecciones legislativas durante un año. Esto podría permitir a Macron mantenerse como guardián de las instituciones, aunque con un rol más figurativo, similar al presidente de Italia.
Macron adelantó las elecciones tras la victoria de Le Pen en las recientes europeas del 9 de junio. Un antecedente similar ocurrió con Jacques Chirac en 1995, cuando adelantó las legislativas y los socialistas obtuvieron la mayoría, resultando en una cohabitación con el socialista Lionel Jospin como primer ministro.
Este escenario plantea un desafío significativo para el sistema político francés, que deberá adaptarse a una nueva realidad de polarización y posibles alianzas inusuales.