Lo que parecía un trámite casi seguro se convirtió en un laberinto político que deja al gobernador bonaerense en un callejón sin salida.
Este jueves, Axel Kicillof volvió a chocarse con la realidad: no consiguió los votos necesarios en la Cámara alta provincial para avanzar con un endeudamiento de más de USD 1.045 millones. Ni siquiera su bloque, Unión por la Patria, pudo garantizar una postura unificada.
Legisladores del kirchnerismo coincidieron con opositores en que el debate sobre deuda no puede ir solo sobre números. Exigen que se incluya un paquete político más amplio, que va desde cargos en el Banco Provincia y la Suprema Corte bonaerense —que hoy tiene cuatro vacantes de siete— hasta la presentación del Presupuesto 2026. Lo que era un trámite técnico se transformó en una puja de poder y reparto de puestos.
En la reunión de labor parlamentaria, los jefes de bloque dejaron claro que el Ejecutivo debía “negociar todo el paquete”. El propio Kicillof intentó minimizar la presión, diciendo que “la oposición puede desear lo que desee y se puede escuchar lo que pronuncie”. Pero hasta su vicegobernadora, Verónica Magario, trasladaba los reclamos de oposición y kirchneristas, dejando en evidencia la presión política que atraviesa.
El bloque UCR Cambio Federal, liderado por Diego Garciarena, pidió vincular cualquier endeudamiento directamente con la Ley Fiscal 2026, para que los contribuyentes tengan claridad y no aparezcan “impuestazos” que afecten producción y trabajo. Además, exigieron un fondo de libre disponibilidad para los 135 municipios, con montos fijos, actualizables y plazos concretos, algo muy distinto a la propuesta oficial de destinar solo el 8% del préstamo al Fondo de Fortalecimiento de Inversión Municipal.
Desde el Ejecutivo, Kicillof defendió su pedido: los recursos servirían para cubrir obligaciones heredadas de la gestión de María Eugenia Vidal y financiar obras provinciales, ante la reducción de transferencias nacionales. Sin embargo, ni en el Senado ni en Diputados tiene garantizados los dos tercios necesarios para aprobarlo.
A esto se suma la interna peronista: el gobernador visitó recientemente a Cristina Kirchner en su residencia de San José 1111, un encuentro sin fotos oficiales, que buscaba “sumar fuerzas” de cara a las elecciones del 26 de octubre. La oposición interpretó la movida como un intento de mostrar autonomía, aunque en la práctica Kicillof quedó más atado al kirchnerismo duro.
“El cortocircuito con la Legislatura persiste. Ahora se abre una verdadera negociación. Veremos qué está dispuesto a hacer el Ejecutivo. Nosotros lo vamos a acompañar si se nos tiene en cuenta”, resumió un senador opositor.
El futuro del endeudamiento bonaerense ahora depende de cómo Axel Kicillof logre mover las fichas en un tablero político complejo y enredado, donde cada paso cuenta y los votos no se regalan. La pregunta que queda flotando: ¿logrará conseguir los dos tercios necesarios para avanzar o seguirá atado a la negociación?