La reina Isabel II pronunció un discurso el 24 de noviembre de 1992, en donde no pudo evitar expresar su fastidio por la cantidad de desgracias que le ocurrieron a su familia durante ese tiempo. Ella lo llamó “annus horribilis”.
El 23 de abril de ese año, su hija, la princesa Ana se divorció de su primer esposo, el capitán Mark Anthony Phillips, con quien se había casado el 14 de noviembre de 1973 en la abadía de Westminster, y con quien tuvo dos hijos.
Phillips es un jinete que realizó la carrera militar en la Real Academia de Sandhurst, y que además logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972.
Pero la familia no solo tuvo que sufrir esta separación, sino que el príncipe Andrés, duque de York, rompió con Sarah Ferguson, duquesa de York, tras poco más de 5 años de matrimonio.
Esto, en retrospectiva, podría interpretarse como el escándalo más liviano que protagonizó el tercero de los hijos entre Isabel y Felipe de Edimburgo, ya que tiempo después sería portada de diversos hechos mucho más escabrosos y repudiables. Por citar un ejemplo, sus contactos con el magnate financiero Jeffrey Epstein y la multimillonaria Ghislaine Maxwell, ligados estrechamente a la pedofilia y el tráfico sexual.
Otro de los grandes dolores de cabeza de la reina, y que seguiría tiempo después, era la publicación de la biografía de Diana Spencer, más conocida como Lady Di, en donde se revelaba el sórdido romance entre quien era su esposo, el príncipe Carlos, con Camilla Parker Bowles.
Volviendo al discurso de la reina, pocos días antes de su alocución, se produjo un incendio en el castillo de Windsor que había ocasionado daños por varios millones de libras esterlinas. Entre los objetos más preciados que se perdieron para siempre, se encontraba un lienzo obra de Sir William Beechey, que mostraba a Jorge III montado a caballo. Todo esto sin contar la cantidad de pinturas, esculturas y demás elementos que necesitaron de trabajos urgentes de restauración.
Regresando a Lady Di, poco después de las palabras del 24 de noviembre, la Reina se llevaría otro mal trago, ya que se haría formal la separación entre la princesa de Gales y el heredero a la Corona británica.
Estos fueron solo algunos de los grandes sinsabores que tuvo la monarca durante 1992, año en donde además un grupo de manifestantes en Dresde, Alemania, le arrojó una lluvia de huevos durante una visita de estado, y en donde el primer ministro británico de entonces, John Mayor, anunciaría reformas en las finanzas reales; entre ellas, un pago de impuesto sobre la renta, y una reducción de la lista civil.