Como si en Argentina estuviéramos viviendo nuestros mejores días, los tres principales candidatos presidenciales andan por la vida pensando en como cagarse entre ellos, en vez de buscar soluciones para nosotros. La campaña ya es obscena, ridícula y reviste una falta de realismo que aterra. En este escenario, no sería raro que Milei saque una gran ventaja.
"Estuve recorriendo el Conurbano y la gente me dice que...", sueltan la Pato y Massita, como si alguien les creyera que caminan entre la gente como uno más, por una calle comercial de San Justo.
Hace años que los actos que vemos por los medios, tanto los electorales como los oficiales, son verdaderas publicidades, con montajes escenográficos dignos de Hollywood, donde los políticos relevantes son los actores principales, sus funcionarios los actores de reparto y los militantes cumplen funciones de extras gratuitos. Nos mienten en la cara con descaro.
Ni los periodistas podemos entrar a "sus" actos. No invitan, y si lo hacen, te ponen en un corralito lejano. Ellos toman las fotos y videos de alta calidad que luego eligen y reparten a los medios. No hay nada real, es todo una farsa. Pero al parecer, la gente ya se dio cuenta y el castigo fue votar a Milei, que dice atrocidades pero parece y actúa más real.
Tanta irrealidad vestida de elegante normalidad apesta y duele a los sentidos. Nunca la política estuvo tan lejos de la gente en términos reales desde Perón para acá. Casi todos los dirigentes de alta gama viven en countryes exclusivísimos, en casas espectaculares; se mueven en autos lujosos, blindados, con vidrios polarizados, chofer y guardaespaldas. Y ganan fortunas.
En la larguísima previa a las elecciones generales del 22 de octubre, tanto el oficialismo como la oposición han ajustado sus ejes de campaña. Mientras Sergio Massa anunció un nuevo desembolso del FMI, Patricia Bullrich reveló su reunión con destacados economistas.
El oficialismo vivió una semana de avances y desafíos. Por un lado, logró destrabar negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, asegurando una inyección de 7.500 millones de dólares para contrarrestar los efectos de la devaluación. Además, el ingreso de Argentina a los BRICS, el grupo de países emergentes, marcó un hito.
Pero la ola de robos organizados en el país puso al Gobierno en el centro de atención. Desde el Frente de Todos (ahora Unión por la Patria) ven estas acciones como intentos de crear un clima similar al de los saqueos de 2001, aunque la situación actual difiere del colapso de aquel entonces.
Por su parte, Juntos por el Cambio enfrenta desafíos propios. Los libertarios liderados por Milei se consideran la oposición más respaldada por la sociedad. La amenaza de perder votos obtenidos por Bullrich y Rodríguez Larreta en agosto preocupa al espacio, que busca recuperar simpatizantes de La Libertad Avanza.
En este escenario, tanto Massa como Bullrich comparten la meta de alcanzar el balotaje y extender la definición electoral hasta noviembre. El temor a un triunfo de Milei en primera vuelta genera una urgencia para revitalizar las campañas de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio, manteniendo el ritmo en el proceso político.