Algo que parecía un simple posteo en redes terminó en una decisión judicial que cambia por completo las reglas del juego. Y aunque muchos hablan del tema, pocos entienden qué fue lo que detonó todo y por qué el Tribunal decidió ponerle un freno. Antes de contarte qué resolvió el juez Jorge Gorini, vale repasar el punto clave que tensó la cuerda y que sigue generando ruido en plena prisión domiciliaria.
La secuencia empezó cuando Cristina Kirchner publicó una foto que ella misma sacó en el living del departamento de San José 1111. En la imagen se la ve posando con nueve economistas, como si fuera una reunión política más. Esa postal fue lo que encendió la polémica: el encuentro se hizo dentro del domicilio donde cumple arresto domiciliario por la condena en la Causa Vialidad, vinculada al robo de $685.000 millones.

Hasta ese momento, el Tribunal Oral Federal 2 venía aprobando las visitas que pedía su abogado, Carlos Beraldi, sin demasiadas objeciones. Pero siempre se entendía que eran encuentros puntuales, uno a uno, y nunca una reunión grupal. La imagen mostró exactamente eso: diez personas reunidas a la vez dentro de un lugar que funciona legalmente como unidad de detención. Y ahí la situación cambió.
Tras ver la foto, el juez Jorge Gorini decidió aplicar límites formales. Nada extraordinario ni político: simplemente una corrección para evitar que la domiciliaria pierda sentido. A partir de ahora, Cristina sólo podrá recibir visitas dos veces por semana, un máximo de tres personas por vez y durante un lapso de dos horas. En pocas palabras: se ordenó lo que ya debería haber estado claro.
La reacción de la ex presidenta no tardó. Desde sus redes dijo que era una respuesta a sus críticas al modelo económico, intentando mostrarse como víctima. Pero la realidad es más simple: ella misma difundió una imagen que demostraba que el régimen se había usado fuera de las reglas autorizadas. Lejos de una operación, fue su propio posteo el que evidenció la irregularidad.
El Tribunal dejó asentado que el pedido presentado por Beraldi jamás informó que se trataría de una reunión grupal ni que asistirían nueve personas. En otro caso, algo así podría haber significado un apercibimiento inmediato. Acá, la respuesta fue moderada: ordenar límites razonables para evitar futuros excesos.
Este episodio expone una dinámica conocida: llevar los márgenes legales al límite hasta que la Justicia interviene. El Tribunal incluso advirtió que, si vuelve a incumplir, podría perder el beneficio de la prisión domiciliaria.
La Justicia fue clara: la domiciliaria no habilita a transformar el departamento en una unidad básica ni en un centro de convenciones. Cristina podrá seguir recibiendo visitas, sí, pero dentro de los límites compatibles con su condición de condenada.