El gobernador electo de Córdoba, Martín Llaryora, experimenta una compleja situación política en medio del balotaje entre Javier Milei y Sergio Massa. A pesar de su ascenso a un rol nacional destacado, Llaryora se ve envuelto en tensiones por el impacto de su caudal de votos en Córdoba en la elección de este domingo.
La última semana ha sido crucial para Llaryora, quien se encontró en el epicentro de la atención política debido a la definición del PJ de San Francisco en apoyo a Sergio Massa. El comunicado generó análisis y especulaciones sobre la postura del gobernador electo, que parecía dar fin a su neutralidad.
Sin embargo, horas después, el llaryorismo más cercano salió a aclarar la posición, reafirmando la neutralidad. El diputado Ignacio García Aresca, hombre de confianza de Llaryora, comunicó la neutralidad pública del gobernador electo y ratificó el respeto por las opiniones, evitando suspicacias y desactivando el vendaval mediático.
La batalla del balotaje se convierte en un desafío incómodo para Llaryora, centrado en una transición ordenada y sin tensiones. Su prioridad es mantener la unidad interna del PJ cordobés y evitar una interna que afecte su primera gestión provincial. La necesidad de conservar la relación con su mentor, Juan Schiaretti, justifica su neutralidad, a pesar de las demandas por una definición.
Cabe destacar que Llaryora acompañó a Schiaretti durante su campaña presidencial, y aunque no ha expresado señalamientos contra Massa, su neutralidad responde a la diversidad de votos que lo llevaron a la gobernación y la necesidad de mantener el equilibrio en su estructura política.