El dato de inflación de agosto resultó "molesto" para muchos analistas, con una suba marginal que consolidó un aumento de precios cercano al 4% mensual. Sin embargo, lo que generó mayor preocupación fue la inflación núcleo, es decir, el incremento de precios que no están sujetos a regulación ni pertenecen a categorías estacionales, que subió 4 décimas, rompiendo su tendencia a la baja.
Este comportamiento inesperado —ya que se esperaba que el índice se ubicara por debajo del 4% por primera vez en el año— se atribuye a varios factores, como el impacto del aumento del transporte en la Ciudad de Buenos Aires y la suba de la electricidad (21%) en el noroeste del país. Los precios "sin rezago" muestran incrementos más moderados, convergiendo en algunos casos al 2% mensual, en línea con el aumento del dólar oficial.
Por otro lado, algunos analistas destacan que la recuperación económica en curso no es compatible con una caída más rápida de la inflación. Desde mayo, la baja ha sido gradual, lo que evidencia que la economía no ha logrado perforar el 4% en los últimos cuatro meses. Sin embargo, se espera que en septiembre, debido a un estímulo adicional como la reducción del impuesto PAIS, se alcance ese objetivo.
Gabriel Caamaño, director de la consultora Ledesma, explicó: "La economía se está remonetizando vía el canal del crédito, lo que permite la recuperación de la actividad. En ese contexto, muchos sectores cuyos precios habían quedado retrasados están recuperando terreno perdido, lo que explica parte de la resistencia a una baja acelerada". Además, señaló que si el objetivo es la reactivación mediante la mejora del salario real y el crédito, es probable que la desaceleración de la inflación sea más progresiva. En contraste, una baja más rápida requeriría una recuperación económica más lenta, lo cual no es compatible.
El economista ilustró la situación diciendo que "las dos cosas a la vez es como querer un chancho gordo que pese poco", destacando que incluso con una apreciación del tipo de cambio, no es posible lograr ambas metas simultáneamente.
El problema de la inercia inflacionaria es difícil de romper. No solo se observaron aumentos en los servicios públicos, sino que la categoría más relevante del índice, alimentos y bebidas, registró una suba del 3,6%, ligeramente inferior al promedio, pero aún mostrando una presión persistente.
Según Camilo Tiscornia, de C&T Consultores, "hacia la mitad del mes, algunos productos alimenticios, como la carne, los panificados y los aceites, experimentaron aumentos más significativos". Sin embargo, estos incrementos se moderaron hacia el final del mes, aunque ya habían influido en la inflación núcleo. Tiscornia también anticipó que el "shock tributario" por la baja del impuesto PAIS en septiembre podría reducir el índice a un 3,5%, aunque no mucho más. Esto contrasta con la declaración del ministro Luis Caputo, quien había previsto una inflación que "empezaría con 1" para ese mes.
Por su parte, el economista Leonardo Chialva, de Delphos Investments, argumentó que "el verdadero problema no es el decimal, sino la recomposición de los precios relativos". Los precios más rezagados, como el transporte público, que aumentó un 18%, y los gastos de alquiler y vivienda, con un alza del 10%, son los que impulsan el índice general al alza, mientras que otros, como la ropa y los autos, subieron solo un 2% el mes pasado.