¿Por qué ganó Javier Milei las elecciones en Argentina? Esa es la pregunta que muchos todavía se hacen, dentro y fuera del país. Lo que pasó no fue solo un cambio de gobierno: fue un cambio de época. Pero para entenderlo hay que mirar más allá del resultado y ver qué se rompió en la relación entre la gente y el poder.
Durante décadas, el peronismo se sostuvo con una fórmula simple: prometer derechos, distribuir subsidios y mantener una red clientelar que aseguraba votos. “Donde hay una necesidad, hay un derecho”, decía Eva Perón. Pero con el tiempo, ese modelo se fue vaciando. Los derechos seguían en los papeles, pero en la práctica ya no se cumplían. La gente cobraba jubilaciones mínimas, hacía filas eternas en hospitales y veía cómo la inflación se comía sus sueldos.

Ahí entró Milei. Su discurso de “basta de privilegios y basta de casta” prendió justo cuando el hartazgo era total. Su triunfo no fue solo económico: fue emocional. Representó la bronca contra una política que parecía vivir en otro mundo. Por eso muchos votaron más por rechazo que por esperanza, pero al final encontraron en él una mezcla de las dos cosas.
El triunfo de Javier Milei también se explica por cinco claves que redibujaron el mapa político argentino.
El peronismo, acostumbrado a dominar el tablero, todavía no entiende del todo qué pasó. Su desconcierto refleja años de administrar un sistema que ya no convencía a nadie. Mientras tanto, Milei intenta mantener encendida la chispa que lo llevó al poder. Si logra traducir ese impulso en resultados concretos, puede sostener su liderazgo. Si no, el desencanto podría volver tan rápido como llegó la esperanza.
En definitiva, el triunfo de Javier Milei no fue casualidad. Fue la respuesta de una sociedad cansada que decidió romper con el pasado. Y esa ruptura, más que un voto, fue un grito colectivo: “basta”.