Vladimir Putin firmó un decreto que amplía las condiciones para el uso de armas nucleares. Este cambio responde al permiso de Estados Unidos para que Ucrania emplee misiles de largo alcance en ataques contra tropas rusas. Según el portavoz Dmitri Peskov, era necesario actualizar la política debido a las amenazas actuales de Occidente.
Entre las justificaciones ahora se incluye el lanzamiento de misiles balísticos contra Rusia, lo que incrementa el riesgo de una escalada militar. Además, se considera agresión cualquier ataque respaldado por potencias nucleares, incluso si proviene de países sin armamento atómico, como Ucrania.
La decisión de Putin coincide con la cumbre del G20 y marcó conversaciones tensas entre diplomáticos en Brasil. Líderes del G7, como Joe Biden y Justin Trudeau, no estuvieron presentes en la foto oficial, supuestamente por estar gestionando el impacto del decreto ruso.
En paralelo, el presidente brasileño, Lula da Silva, busca mediar y aprovechar su posición en los BRICS para alcanzar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Sin embargo, el conflicto en Ucrania debilitó su agenda en la cumbre.
La postura de Rusia refuerza su distanciamiento de Occidente y complica los esfuerzos diplomáticos para negociar la paz. El secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, esperaba que el apoyo militar a Ucrania forzara a Putin a dialogar, pero el resultado ha sido el opuesto.
Con este cambio estratégico, Rusia cimenta su política de disuasión nuclear, mientras líderes internacionales intentan evitar que las tensiones desemboquen en un conflicto mayor.