Durante días se habló de favoritos, pero nadie esperaba que el cónclave diera este giro. ¿Cómo terminó el cardenal estadounidense apoyando al nuevo Papa León XIV? En esta nota, te contamos qué pasó dentro de los muros del Vaticano y quién fue la pieza clave para que ganara un candidato que al principio ni figuraba.
El nuevo Papa es el ex cardenal estadounidense Robert Prevost, ahora conocido como León XIV. Su elección en el cónclave sorprendió incluso a quienes siguen de cerca la política interna del Vaticano. ¿Por qué? Porque hasta el segundo día de votaciones, todos daban por hecho que el favorito era Pietro Parolin, el secretario de Estado. Pero un giro inesperado cambió todo.
El responsable de esa movida fue el cardenal Timothy Dolan, también de Estados Unidos. Con 75 años y una fuerte llegada a sectores conservadores, Dolan sabía que no tenía los votos para ser Papa. Sin embargo, jugó un rol clave como "kingmaker": en vez de pelear por el puesto, decidió respaldar a Prevost, un perfil más moderado pero con chances de armar alianzas.
¿Por qué eligió a Prevost y no a Parolin? Según medios italianos, Dolan midió bien los apoyos internos. La línea progresista estaba dividida entre Parolin, Tagle, Grech y Avelin. Eso les restó fuerza. Mientras tanto, Robert Prevost supo esperar. Con perfil bajo y sin generar roces, fue sumando apoyos desde América del Norte y Sudamérica. Su vínculo con Dolan y su pertenencia a la Orden de San Agustín también le jugaron a favor.
Pero hubo más. Antes de morir, el Papa Francisco habría mencionado a Prevost como un nombre posible durante una charla con el senador estadounidense JD Vance. Esa pista llegó a Donald Trump, quien luego se la comentó a Dolan. Así, la política estadounidense se mezcló con la sucesión papal. Y cuando Parolin se dio cuenta de que no alcanzaba los votos, bajó su candidatura y también se inclinó por Prevost.
En la cuarta votación, León XIV alcanzó los 100 votos, una cifra histórica que supera la de Papas como Francisco, Benedicto XVI o Juan Pablo II en sus respectivas elecciones. Fue una victoria sólida, casi quirúrgica.
La jugada de Dolan fue clave. Aunque no quedó como Papa, se aseguró que alguien de su agrado ocupe el lugar más alto de la Iglesia. Su relación con Trump y su influencia dentro del ala conservadora hicieron la diferencia. Hoy, con León XIV en el trono de San Pedro, se abre una nueva etapa en el Vaticano, más tradicional que la de Francisco, pero sin romper del todo con el pasado reciente.
Así se definió el futuro de la Iglesia en un cónclave que, aunque secreto, tuvo mucho de estrategia, alianzas y política global.