Esa pregunta, simple en apariencia, acaba de desatar una tormenta dentro del Estado. Un informe oficial reveló que casi nueve de cada diez registros están duplicados. Sí, duplicados. Te contamos qué encontró la Sindicatura General de la Nación (SIGEN) y cómo responde el Ministerio de Capital Humano.
Según informó la SIGEN, el Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (ReNaCoM) tenía errores graves: datos duplicados, campos vacíos, direcciones mal cargadas y controles inexistentes.
El 87% de los registros estaban repetidos. Es decir, casi 9 de cada 10 inscripciones eran copias. Además, el 34% tenía información incompleta o directamente en cero. Así, era casi imposible saber cuántos comedores y merenderos estaban realmente funcionando.
Pero eso no fue todo.
La auditoría detectó que el 70% de los más de 54.000 espacios inscriptos nunca fue visitado por ningún funcionario. O sea, más de 38.000 comedores y merenderos nunca fueron controlados en persona.
Esto significa que nadie confirmó si existían de verdad, si estaban en funcionamiento, ni si cumplían con las condiciones necesarias para recibir asistencia.
El informe también reveló que el sistema estaba “totalmente desactualizado” y que no existía ninguna alerta para saber si la matrícula de un comedor había vencido. Este descontrol permitía que muchos espacios siguieran recibiendo recursos sin cumplir con los requisitos mínimos.
En algunos casos, entre la validación inicial y la entrega de la matrícula definitiva pasaron más de dos años y medio. Sí, 914 días sin respuestas.
Desde que asumió la gestión de Sandra Pettovello, el Ministerio de Capital Humano puso el foco en transparentar los datos y cortar con los intermediarios. Según explicaron en un comunicado oficial, ya están en marcha acciones para corregir las fallas señaladas por la auditoría.
“Buscamos llegar directo a quienes más lo necesitan”, afirman desde la cartera.
La falta de control en los comedores y merenderos no es solo un problema administrativo. Afecta directamente a las personas que dependen de esos espacios para comer todos los días. Si los datos no son confiables, los recursos no llegan o se reparten mal.
Y ahora que la Sindicatura General de la Nación puso los números sobre la mesa, el desafío es enorme: limpiar, ordenar y reconstruir un sistema que, durante años, funcionó casi a ciegas.