¿Por qué un quirófano sigue cerrado hace dos meses mientras los partos deben hacerse a 35 kilómetros? La pregunta todavía no tiene respuesta, y la tensión crece entre vecinos de La Falda, profesionales de la salud y la gestión municipal.
El epicentro del conflicto es el Hospital Municipal, que hoy funciona sin quirófano, sin partos y sin guardias completas. Bajo el lema “Queremos un hospital, no un dispensario”, los vecinos protagonizaron una protesta frente al edificio sanitario para exigir la reapertura del quirófano y la restitución de los servicios de cirugía y obstetricia.
El reclamo no es nuevo, pero esta vez llegó con un mensaje directo al intendente Javier Dieminger. Lo acusan de mirar para otro lado mientras se vacía el único hospital público de la zona. El pedido más concreto es que se apruebe de una vez el proyecto de integración sanitaria del centro-norte de Punilla, que permitiría que el hospital pase a ser intermunicipal, con fondos y responsabilidad compartida entre varias intendencias.
La protesta incluyó un abrazo simbólico al hospital, con participación de profesionales, organizaciones civiles y movimientos sociales como Ni Una Menos La Falda. También estuvieron CeProFa, Jubilados en Movimiento Punilla y vecinos autoconvocados. Todos con el mismo mensaje: la salud pública no puede esperar más.
El pediatra local Benjamín Malamud fue tajante: “No se puede seguir explotando al personal de salud”. Cuestionó que se prioricen obras en otras ciudades mientras en La Falda se siguen cayendo los servicios básicos. Además, pidió que Dieminger deje de actuar solo y se una a otros intendentes para sostener el hospital.
Una de las voces más duras fue la de Carla Soto, médica obstetra y ginecóloga. Denunció el vaciamiento del sistema de salud y señaló que la situación en La Falda es crítica: equipos desarmados, guardias recortadas y sueldos impagos. “Acá sos un número, no importa tu vocación”, dijo.
Desde abril, el quirófano está fuera de servicio por falta de anestesistas, tras incumplimientos en el pago de sus salarios. Esto obliga a derivar partos y cirugías al Hospital Domingo Funes, a más de 35 km. El traslado cuesta más de $60.000 y muchas familias no lo pueden pagar.
Mientras se demora una audiencia pública clave, la incertidumbre crece. El hospital sigue sin quirófano, sin obstetras y sin respuestas claras. La gestión de Javier Dieminger enfrenta críticas cada vez más fuertes, no solo por la falta de inversión, sino también por intentar tercerizar servicios en lugar de fortalecer el sistema público.
El reclamo ya no es solo por salud. Es por presencia, por decisión política y por futuro. Y la comunidad de La Falda lo dijo sin rodeos: no queremos un hospital de cartón.