Algo grande se está gestando en México y podría cambiar la forma en que se usa la inteligencia artificial. Pero no es lo que parece. ¿De verdad quieren proteger a la gente o hay algo más atrás? Quedate, que te contamos lo que hay detrás de la propuesta que impulsa Morena.
La diputada de Morena, Gabriela Jiménez, presentó una iniciativa que plantea crear un Registro Nacional de Sistemas de IA y un Consejo Nacional de Inteligencia Artificial. En teoría, todo sería para regular el uso de la inteligencia artificial en el país.
Pero cuando se lee la letra chica, surgen dudas fuertes. Esta ley le daría al Estado la posibilidad de clasificar y hasta bloquear contenidos generados con IA. Sin explicar cómo ni con qué criterio.
Uno de los puntos clave del proyecto es un sistema llamado “semáforo de riesgos”. Divide el contenido generado por IA en cuatro niveles:
Mínimo
Limitado
Alto
Prohibido
Suena técnico y hasta responsable. Pero nadie aclara quién va a decidir qué entra en cada categoría. ¿Y si se empieza a marcar como “prohibido” todo lo que incomode al gobierno?
Este semáforo, lejos de ser neutral, podría transformarse en una herramienta para frenar la libertad de expresión. Hoy es IA, mañana podría ser cualquier tecnología.
Según el índice ILIA 2024, México está séptimo en adopción de inteligencia artificial en América Latina. Cada vez más empresas, universidades y ciudadanos la usan para estudiar, trabajar y resolver problemas.
En lugar de apoyar ese crecimiento, Morena busca armar más estructuras estatales con poder discrecional. Todo suena más a control ideológico que a verdadera regulación.
Gabriela Jiménez dice que el objetivo es proteger a la población, sobre todo a menores, y evitar abusos. Pero la propuesta no presenta mecanismos claros ni participación de expertos independientes.
Si se aprueba esta ley, la inteligencia artificial en México quedaría bajo vigilancia del poder político. El mismo que muchas veces no tolera la crítica ni acepta opiniones distintas.
El uso responsable de la IA necesita normas, sí. Pero normas justas, técnicas y abiertas. No reglas que escondan la intención de controlar el discurso y limitar la creatividad.
Este proyecto de Morena abre un debate urgente:
¿Queremos una inteligencia artificial al servicio de la gente o al servicio del poder?