¿Se viene un choque inevitable en el Senado? Patricia Bullrich, ministra de Seguridad y senadora electa, ya empezó a mover fichas antes de asumir oficialmente el 10 de diciembre, y todo indica que su llegada podría cambiar el mapa del bloque oficialista.
En los últimos días, enviados de Bullrich recorrieron el Congreso buscando despacho, mientras ella se reunió con referentes libertarios para dejar claro que asumirá como presidenta del bloque oficialista. La decisión, según trascendió, fue comunicada directamente al actual jefe del bloque, Ezequiel Atauche, quien, alineado con Santiago Caputo y cercano a Karina Milei, cedió su lugar sin objeciones. Esta movida cuenta con el aval de la Casa Rosada, que busca consolidar el control político del Senado antes de la transición.

Al mismo tiempo, Bullrich ya tuvo acercamientos con el entorno de la vicepresidenta Villarruel, aunque todavía no se concretó el encuentro personal. Fuentes cercanas a la titular del Senado aseguran que Villarruel “sigue esperando el llamado” de la ministra, consciente de que será una reunión clave para ordenar el esquema del bloque oficialista.
Por ahora, la relación entre ambas se mantiene institucional, pero en el oficialismo reconocen que hay tensión latente. No hay fecha definida para la cumbre, aunque todos coinciden en que debería ocurrir pronto para evitar roces dentro del espacio libertario.
La preparación de Bullrich para su nuevo rol es intensa: apenas dos días después de las elecciones, envió funcionarios al Congreso para averiguar sobre la distribución de oficinas y entender la dinámica interna del Senado. Sin embargo, la reasignación de despachos no será sencilla: Villarruel emitió una resolución que obliga a los senadores salientes a entregar las llaves a un funcionario designado por la presidencia, aunque pocos parecen dispuestos a cumplirla.
La futura senadora justificó su decisión de liderar el bloque diciendo que desde ese lugar podrá “defender con mayor libertad las posturas del Gobierno y enfrentar al kirchnerismo en el recinto”. Rechazó, en cambio, asumir la presidencia provisional del Senado, que le habría limitado el margen discursivo durante los debates.
El historial entre Bullrich y Villarruel suma tensión. Ya protagonizaron cruces públicos: el primero por el caso del gendarme Nahuel Gallo, detenido en Venezuela, y el segundo durante una sesión autoconvocada de la oposición en el Senado. En ambos episodios, las diferencias quedaron claras y públicas.
Con esos antecedentes, la expectativa por su primer encuentro crece. En el Senado todos saben que el diálogo será inevitable, pero nadie se anima a pronosticar cómo será. La vicepresidenta prefiere mantener el silencio y aguarda que la iniciativa venga de Bullrich, mientras que los pasillos del Congreso ya especulan: el tono de esa cita marcará la política del oficialismo en la Cámara alta.