Algo pasó en Puerto Madero que puede cambiar el rumbo político del país. No fue en cadena nacional ni en un acto masivo. Fue en una cena exclusiva organizada por la Fundación Faro, el think tank que lidera Agustín Laje. Ahí, con discursos filosos, el presidente Javier Milei dejó definiciones que apuntan directo al futuro del gobierno y a las elecciones que se vienen.
Desde temprano, el encuentro mostró su tono. Luis Caputo, ministro de Economía, anunció la creación de un “comité de 24 reformistas”. ¿La idea? Replicar las reformas del gobierno nacional en cada provincia. El equipo será coordinado por Felipe Núñez, bajo el ala de la Fundación Faro.
Cuando le tocó hablar al presidente, no se guardó nada. Arrancó fuerte:
“Nunca dejé de lado mi rol como divulgador de las ideas de la libertad”.
Con eso, Milei dejó claro que su gobierno no se limita a lo económico. Su apuesta de fondo es cultural. Dijo que la verdadera pelea es contra el kirchnerismo y el socialismo, sin importar si vienen “con buenos o malos modales”. Para él, la clave está en que la gente entienda las reformas y las defienda como propias.
Uno de los momentos más tensos fue cuando justificó el veto a la ley que aumentaba las jubilaciones. Afirmó que los que lo critican hoy son los mismos que dejaron jubilaciones de 80 dólares:
“Ahora vienen a decir ‘no se llega a fin de mes’. Si fuera cierto, alguien debería pensar en serio esa pelotudez”.
También sorprendió al decir que va a cambiar su forma de hablar. Prometió dejar los insultos para obligar a sus críticos a discutir ideas y no formas.
“Vamos a respetar las formas a ver si tienen el nivel para dar la batalla de las ideas”.
Otra definición fuerte fue sobre el gasto público. Criticó a quienes, según él, impulsaron un agujero fiscal del 2,8% del PBI:
“Se fumarían una YPF por año. Libertad y responsabilidad son dos caras de la misma moneda”.
Más adelante, Milei comparó su gestión con la de otros gobiernos, y dijo que bajó la inflación más rápido que Carlos Menem, pero sin expropiar ni aplicar el plan Bonex. A los que critican su plan, les tiró:
“Algunas personas deberían ser más cuidadosas, especialmente si se beneficiaron del desastre anterior”.
Antes de cerrar, citó al profeta Parravicini y dejó una frase que resume su plan:
“Sin la batalla cultural no vamos a sostener las reformas. Hay que ser faro de faros”.
En clave electoral, fue todavía más directo. Aseguró que si ganan la provincia de Buenos Aires en septiembre, “se pone el último clavo al ataúd del kirchnerismo”. Acusó a la oposición de estar dispuesta a hacer fraude y denunció que el sistema electoral actual lo permite.
La última bala fue para Axel Kicillof, a quien llamó “inútil esférico”. Lo acusó de gastar en medios sin audiencia y de usar el presupuesto provincial para sostener militancia disfrazada de gestión.
¿Por qué importa esto? Porque todo indica que Milei no solo piensa en gobernar. Está construyendo una narrativa para sostener sus reformas, pelear las elecciones y ganar la “batalla cultural” que tanto repite. Y esa pelea, según él, recién empieza.