¿Por qué Uruguay simula libertad económica pero no la tiene?

¿Uruguay es realmente un país con comercio libre o solo lo parece? Muchos piensan que vivimos en una economía abierta, pero la realidad muestra algo muy distinto.

03-05-2025 - Por Crítica Argentina

¿Uruguay es realmente un país con comercio libre o solo lo parece? Muchos piensan que vivimos en una economía abierta, pero la realidad muestra algo muy distinto. Lo más curioso es que ya lo fuimos, y nos fue mejor que ahora. ¿Qué cambió? Quedate, que te lo cuento.


¿Qué significa tener un comercio libre?


Cuando hablamos de comercio libre, nos referimos a un sistema donde las personas y empresas pueden importar y exportar sin trabas excesivas del Estado. Sin aranceles caros, sin regulaciones innecesarias, sin “candados” legales que limiten lo que podés comprar o vender.

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Pero Uruguay, aunque da esa imagen, tiene muchas restricciones escondidas. Lo que parece libertad, es una simulación. Hay políticas que encarecen lo importado, regulaciones que frenan la competencia y normas que protegen a sectores específicos sin mirar el bien común.


Un modelo que atrasa


Un ejemplo claro es el artículo 50 de la Constitución, que obliga al Estado a proteger sectores que exportan o que reemplazan productos importados. Suena bien, pero en la práctica significa más trabas y menos opciones para vos como consumidor.

Además, las cifras lo dicen todo. Según el Banco Central, entre 2014 y 2019, la inversión privada cayó un 28%. ¿Por qué? Porque no hay incentivos claros, y el exceso de controles desalienta a quienes quieren producir o invertir.


El comercio según Trump


Y no estamos solos en esto. El expresidente Donald Trump aplicó aranceles para proteger a industrias estadounidenses. Lo suyo fue más un movimiento táctico que un modelo económico permanente. Pero si se mantienen esas políticas en el tiempo, lo único que logran es encarecer productos y frenar el crecimiento, como ya se ha visto.

Según OEC-World, en 2024 Uruguay exportó a EE.UU. por 1.192 millones de dólares, pero importó por 1.213 millones. Técnicamente tuvimos un déficit. Pero, ¿es eso malo? No necesariamente. Lo importante es lo que ganamos a cambio: acceso a bienes, tecnología, calidad y variedad.


El mito del proteccionismo


El proteccionismo parte de una idea vieja: que comerciar es perder. Que si compramos más de lo que vendemos, estamos en desventaja. Pero eso no tiene sentido. ¿Acaso dejás de ir al súper porque no producís tu propia comida?

El intercambio libre permite que cada país haga lo que mejor sabe hacer. Uruguay puede exportar carne, celulosa o madera, e importar medicamentos, maquinaria o tecnología. Así todos ganan.


¿Y si volvemos al modelo de antes?


Entre 1871 y 1887, Uruguay tuvo una de las economías más libres del mundo. Con moneda fuerte, banca abierta y sin tantas trabas, llegamos a tener un PIB per cápita mayor al europeo. Hoy estamos lejos de eso.

 

La pregunta es: ¿queremos seguir con políticas que simulan libertad pero atan el desarrollo, o vamos a apostar en serio por un comercio libre que nos saque del estancamiento?